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La inexistencia del Hado - Novela - Capitulo 7

LA INEXISTENCIA DEL HADO

Capitulo 7

Carlos se levantó con dolor de cabeza, enseguida se tocó la frente para ver si tenia fiebre, no se notó nada, así que se levantó corriendo y fue a buscar el termómetro. Se lo puso, cuando pasó el tiempo vio que no tenia fiebre, se quedó mucho mas tranquilo. Últimamente no pensaba mucho en si era portador del VIH, pero cuando le atenazaba algún síntoma de enfermedad el terror le invadía. Pensó que seria una simple jaqueca. Fue a la cocina y se tomó un analgésico.
Como tenía un largo día por delante sin hacer nada, decidió llamar a Elvira para ver cuando iba a ser la próxima reunión de “Esperanzados”.
Después de la conversación, había quedado con Elvira y con el grupo el viernes a las diez de la noche. Iban a ir a cenar y luego a tomar unas copas, antes de la cita Carlos tendría que ir a casa de Elvira para formalizar su suscripción a la asociación, para ello solo era necesario rellenar un impreso y pagar una cuota de socio de 20 euros al mes, a Carlos le pareció exagerado, pero Elvira le convenció diciendo que esos 20 euros eran para fines benéficos, por que con ese dinero hacían regalos a los socios en su cumpleaños, además servia para hacer los impresos de alta de socios, y gran parte del dinero se quedaba en la tesorería de la asociación para ser usado por los socios cuando tuviesen algún problema económico.
Se duchó, se vistió, y se fue a casa de Elvira, cuanto antes hiciese el trámite mejor, pensó Carlos.
Iba a cruzar la calle cuando alguien le tocó el hombro, Carlos se dio la vuelta, era Claudia.

-Hola Claudia, ¿qué tal?
-Bien, ¿y tu?, ¿dónde vas? – le pregunto extrañada, Claudia trabajaba un par de manzanas mas
arriba, iba a coger el autobús.
-Pues mira a dar una vuelta
-Yo salgo de trabajar ahora, tenía que haber salido a las doce, y mira, las cinco y sin comer
todavía, ¡estoy harta!
-Si suele pasar, pero tranquila, ¿y Roy que tal? – preguntó Carlos.
-Bien, me imagino que estará trabajando
-Oye siento lo de la otra noche, no quería herir a tu prima
-No te preocupes, ya le diré algo, pero no pienses que va a quedar contigo otro día, jajaja...
-Jajaja...no en serio, no quería hacerla daño, es mas me gusta bastante –Carlos hizo una pausa-. --Bueno, dejémoslo, no quiero enamorarme, jajaja...
-Bueno Carlos te dejo que solo me faltaba perder el autobús

Se despidieron con dos besos. Carlos disimuló metiéndose por una calle hasta que Claudia cogió el autobús y desapareció. Volvió sobre sus pasos y entró en el portal de Elvira.
Elvira vestía unos pantalones negros ceñidos, era una mujer atractiva, en esta ocasión se había preparado para la visita, dio dos besos a Carlos y le invitó a entrar.
espera un momento, voy a por los documentos – dijo, después se encendió un cigarrillo y se fue.
Tardó como cinco minutos en volver, cuando lo hizo traía bajo su brazo un montón de papeles, se sentó en el sofá, al lado de Carlos y empezó a explicarle.

-Mira, esto que te doy es una especie de contrato, no te compromete a nada es solo informativo,
te explica las actividades de la asociación y que estas de acuerdo con ellas, nada mas, firma aquí – le mostró donde tenia que firmar.
Carlos tardo en leer todo el documento, cuando lo hizo solo tenía una duda.
-¿oye Elvira y esta cláusula que dice que no se puede hablar de la asociación con gente conocida,
como familia y amigos?
-No te preocupes por ella, algunas cláusulas son muy antiguas, esa en concreto en la próxima
asamblea la pensamos quitar – dio una ultima calada al cigarrillo y lo apagó, después saco de su
bolso que estaba al lado suyo una barra de carmín rojo y se empezó a pintar los labios, acto
seguido prosiguió-. Antes, al principio en la asociación éramos poca gente, para impedir que se
convirtiera en algo familiar impedimos hablar de la misma con gente conocida o familiares.

Carlos no es que se quedara muy satisfecho con la explicación, pero pensó que a lo mejor era cierto, firmo el documento, después Elvira le explico algunas cosas referentes a los socios, por ejemplo le advirtió de que no estaba bien estar todo el tiempo hablando de la enfermedad, para ello hacían un foro una vez a la semana, los días que se reunían para salir era casi tema tabú, por que lo que buscaban todos era divertirse, no amargarse con el problema. Carlos lo entendió perfectamente. Elvira le dio también un libro sobre el VIH

-dime tu primer apellido – le dijo Elvira
-Sánchez, ¿para que?
-Elvira escribió a bolígrafo “Carlos Sánchez” en el carné de la asociación, en realidad era una
tarjeta de visita de color rojo, con un teléfono y un espacio para poner el nombre, igual que la
que encontró Carlos en su coche. Enseguida al ver la tarjeta pensó que la que estaba en su coche
era la de un miembro de la asociación, en concreto la de Misselle, ¿y cuando se la había dejado?.

Hizo memoria, se le ocurrió que podía ser de la prostituta que había subido a su coche hace un par de meses, en fin, tampoco tenia importancia, ¿o si?.

Carlos se despidió de Elvira, esta le dio dos besos y le emplazó para la cita del Viernes, en ella
conocería a casi todos los miembros, estaba deseoso de hacerlo.

Claudia se estaba preparando una tortilla francesa, había salido tarde de trabajar, eran más de las seis y todavía no había comido nada. El teléfono sonó, fue al salón para cogerlo, cuando miro la pantalla vio que era el teléfono de Alberto. Empezó a latirle el corazón, dudo si cogerlo o no, le temblaban las piernas. No lo cogió. Dejó el teléfono encima de la mesa y fue corriendo a la cocina.
¡mierda!, ¡jodida sartén! – la tortilla estaba carbonizada.
La tiró a la basura, la llamada también le había quitado el hambre. Se echó a dormir un rato, mientras lo hacia pensó en Alberto, ¿por qué la habría llamado?, ¿qué intenciones tenia?, una cosa es quedar para tomar algo, y otra muy distinta es quedar a menudo. Claudia tenia miedo, miedo por que la tarde que había pasado con el fue maravillosa, y no quería que en ella volvieran viejos sentimientos, tampoco quería hacer daño a Roy, pensó no tener mas contacto con Alberto, no era bueno para nadie. Le besaba, se fundían en un beso apasionado, se abrazaban y estaban juntos, Claudia soñaba segundos después con Alberto.
Cuando Roy llegó a casa, encontró a Claudia durmiendo, no quiso despertarla, eran las siete y media. Se sentó en el sofá y fue a poner la tele, cuando quiso coger el mando el móvil de Claudia estaba junto a el, lo cogió como sin querer y vio que tenia una llamada perdida. Roy pensó que seria de alguna amiga o amigo y no le dio importancia, ni siquiera miro de quien era esa llamada perdida, pero viendo que lo que ponían en la tele era muy aburrido, y ya había hecho todo el zapping, le pico el gusanillo de la duda, volvió a coger el teléfono y miró la llamada perdida, “Alberto” pudo leer.
¿Por qué llama este gilipollas a mi novia?, pensó Roy, también pensó en despertar en ese mismo momento a Claudia para que le explicase esa llamada, pero recapacitó y aunque le comía por dentro la duda, lo dejo estar, no diría nada a Claudia, olvidaría el tema, además Claudia no había cogido el teléfono. Sabia por lo que le había contado Claudia que días después de dejarle le había estado dando la lata para que volviera con el, seguramente se habrá puesto melancólico y quería hablar con ella, pensó. Apagó la tele y se fue a duchar, si, una buena ducha me sentara bien, dijo.
Carlos esperaba pegado a la barra, una rubia que tenia al lado no hacia más que darle golpes con el hombro, se retiro hacia el centro de la pista. Hacia más de diez minutos que Luis se había ido a pedir una copa y no había vuelto. Carlos alternaba miradas entre su reloj y los ojos de una morena que no paraba de mirarle, a los pocos minutos la chica morena fue hacia Carlos, se puso enfrente de él.

-Hola, ¿me sujetas la copa un momento? – le dijo la chica.
-Si, claro –dijo Carlos cogiendo la copa.
-La chica abrió el bolso y sacó un paquete de cigarrillos, ofreció a Carlos, pero este no fumaba, se
encendió ella uno y volvió a guardar el tabaco en el bolso.
-Gracias –dijo quitándole la copa de la mano-. Oye me suena tu cara
-¿si?, a mi la tuya también – mintió Carlos.
-Si, ¿tu no serás amigo de Ana?
-Pues hombre no sé, si conozco alguna Ana que otra, pero no se si será la que tu dices – en
realidad, en ese momento, Carlos no se acordaba de ninguna Ana.
-Bueno da igual, yo me llamo Vanesa – dijo ella.
-Yo Carlos – se dieron dos besos.
-En realidad no tenían mucho de que hablar, Carlos iba un poco borracho, Vanesa también, se le
notaba en la forma de mirar, casi distraída, si no fuera por la música de la discoteca se hubiese
hecho uno de esos silencios tan incómodos que se dan cuando conoces a alguien.
-Y que, ¿trabajas mañana? – le pregunto Carlos para hablar de algo.
-Si, pero bueno no hay problema, por que no voy hacer nada
-Bueno ¿y que tendrías que hacer? – Carlos pensó que Vanesa se refería a que no iba hacer nada
esa noche, y lo que ella quiso decir es que no iba hacer nada en el trabajo.
-Pues nada, mi jefe no esta, se ha ido de vacaciones – dijo ella.

Carlos se dio cuenta de que la conversación que mantenía con esa chica no tenía ningún sentido, no se entendían. Era morena, tenia media melena y unos labios no muy grandes pero bien diferenciados, igual de alta que el, y de buen cuerpo. Intercambiaron algunas palabras más, hasta que Carlos vio a Luis en una esquina de la discoteca.

-bueno ahí esta mi amigo, lo siento tengo que marcharme – dijo Carlos.
-Vale que pena –dijo la chica, poniendo cara de disgusto-. Bueno ya nos veremos otro día, ¿no? –
volvió a poner cara de pena-.
-De acuerdo, hasta luego.

Carlos fue en busca de Luis, mientras lo hacia pensaba que no la había dado dos besos para despedirse, era una manía suya, siempre al ver a alguien lo saludaba, pero luego al irse no se despedía. No supo por que pensó eso, supuso que era por el alcohol, que cuando no tienes en que pensar piensas en esas tonterías.
Tomaron algunas copas más. A las seis de la mañana se despidieron, Luis tenía que trabajar al día siguiente.

Roy había perdido parte de confianza en Claudia, estaba algo mosqueado desde que vio la llamada perdida de su exnovio hace una semana. La vigilaba de cerca, por las noches cuando ella dormía se levantaba a ver su móvil, pero no encontraba nada. Incluso un día pidió la tarde libre para ir a buscar a Claudia al trabajo, ella al verlo se quedó impresionada.

-¿qué haces aquí? – preguntó ella.
-Pues venir a buscarte, ¿qué pasa ya no puede uno ser bueno?
-Si, pero, ¿tu trabajo? – Claudia no salía de su asombro, aunque no imaginó los motivos que tenia
Roy para ir a buscarla.
-Hoy me han dado la tarde libre, fíjate, ¡que bien! ¿verdad?, ¡tenemos toda la tarde para
nosotros!
-Vale – Claudia ya mas tranquila le dio un beso y le abrazó.

Sobre el atardecer


Creo que muchas veces no apreciamos lo que tenemos, hay cosas en nuestra vida cotidiana que pasan desapercibidas, es como despertarse por la mañana, apenas le damos importancia, es más, muchas ocasiones nos fastidia hacerlo, pero no caemos en la cuenta de que si no lo hiciesemos mal asunto.
Ultimamente me gusta mirar el cielo, desde mi terraza se ve un bonito atardecer con la sierra de Madrid al fondo, y me pregunto como he podido estar tantos años no dandome cuenta de esta belleza. De un tiempo a esta parte, cada día lo disfruto más, observo como cae el sol, y cuando no hay nubes de lluvia, los últimos rayos de sol pintar de rosa las nubes, es maravilloso y sin embargo nunca me había fijado.
Supongo que es así, o quizá no, quizá yo soy así, el caso es que me encanta ver la puesta de sol, ver las diferentes tonalidades de azul, en algunos momentos esas tonalidades se me figuran el estado de ánimo, azul claro, azul oscuro, celeste, gris, azul negruzco, también hay tonalidades naranjas, rosas, rojizas...
Me hubiera gustado darme cuenta de todo este festín de belleza mucho antes, ahora tengo la sensación de que cada vez que veo una puesta de sol, es una puesta de sol que no volverá, que ya me he perdido, sólo me queda esperar al día siguiente, ya que por suerte, el sol se pone todos los días.

Sobre mi escritura

No sé que escritor dijo que Dios le había dado talento pero se olvidó del dinero. Sería muy pretencioso que yo pensara lo mismo pues me creeria un buen escritor. A decir verdad en mi caso se olvidó del talento y por supuesto del dinero.
Estos días atrás pensaba en que hubiera sucedido en mi vida si yo no dependiera de un puesto de trabajo para vivir, es decir si tuviera el dinero por castigo, si hubiera venido al mundo hijo de conde, marqués o hijo de un multimillonario que hizo su dinero en la industria del porno, supongo que no cambiaria mucho la cosa, sí, tendría más tiempo para escribir, pero la mediocridad no se hubiera ido, seguiría presente en mi opaca escritura minimalista, pero que cojones, ya puestos a pedir, si hubiera nacido de buena cuna, también hubiera tenido talento.

Mientras tanto, en mis ratos libres me escapo de la realidad inventando mundos distintos. Ahora además de la novela que estoy publicando aquí por entregas, estoy escribiendo otra novela. Bueno yo las llamo novelas, en realidad son letras que hacen palabras, y palabras que hacen malas frases, lo que lleva a que estas malas frases se junten en malos parrafos, y estos malos parrafos en una mierda de historia mal contada, pero todo esto es a proposito eh, no te creas.

Muchas veces he intentado escribir un relato de gente alegre, de cosas bonitas, en la novela me pasa lo mismo, empiezo creando un superpersonaje, y luego con el desarrollo de la historia el personaje es un caca, un mindundi, una persona normal y corriente, y es que en definitiva, nunca consigo escapar de la realidad, ya que cuando escribo, en mi otro mundo imaginario, me encuentro con la misma mierda.


Sergio Becerril.

La inexistencia del Hado - Novela - Capitulo 6

LA INEXISTENCIA DEL HADO

CAPITULO 6


Roy llegó a casa, eran más de las ocho. Claudia no estaba, la cocina estaba echa una porquería, maldijo un par de veces y se puso a fregar, tardó una hora en dejar todo limpio. Claudia seguía sin venir, pensó en llamarla pero desechó la idea, luego piensa que soy un pesado, murmuró. Se dio una ducha y llamó a Carlos para ver que tal le iba, después se sentó en el sofá y se puso a ver la tele, eligió una película de acción que llevaba una hora y media empezada, casi todas son iguales, cogeré el hilo, pensó. No había pasado ni media hora cuando Roy ya estaba dormido con el mando a distancia encima de su pecho.

Claudia llegó poco después, se encontró a Roy tirado en el sofá, como casi siempre. Se desnudó y fue a la cocina a comer algo. Cuando vio que Roy había recogido la cocina sonrió. Fue al salón donde Roy ya empezaba a roncar y se sentó encima de él, con su dedo índice empezó a acariciar sus labios, mojaba su dedo con su saliva y lo secaba con los labios de Roy, este se levantó sobresaltado, pero encontró la resistencia de Claudia sentada encima de su estomago.

-schisss – no hables, dijo Claudia mientras se quitaba el sujetador.
-Mmm...- gimió Roy-. haz conmigo lo que quieras.

Por fin llegó el viernes, el teléfono de Carlos sonó dos veces, fue a la tercera cuando lo despertó.

-¿diga?
-Carlos, no me digas que estabas durmiendo, ¡tío que son mas de las dos!
-Hola Roy, pues si, estaba durmiendo anoche me acosté tarde, estuve viendo una película
-¿qué vas hacer esta noche?, ¿has quedado con Luis?
-No, todavía no, ¿por qué?
-Por si te apetecía quedar conmigo y con Claudia, ha venido una prima suya de Zaragoza que
dice que esta buscando novio, jejeje...
-Venga Roy, no seas canalla
-Sí, es buena chica y además esta muy buena, y quiere encontrar a alguien, es broma hombre,
pero te podías venir, a lo mejor lo pasamos bien, iremos a cenar y luego a tomar unas copas
venga vale -dijo Carlos con desgana-. ¿A que hora?
-A las diez te pasamos a buscar, hasta luego

Carlos se duchó y desayunó, bueno desayuno por que eran los primeros alimentos que tomaba, aunque por la hora que era, las dos y media pasadas, se podía considerar comida.

Claudia y Roy se retrasaron quince minutos, era raro, sobre todo por Claudia que siempre era muy puntual, echaron la culpa a la prima de esta. Carlos subió al coche y en el asiento de atrás estaba Maria, tenia veintidos años, pelo moreno y corto, a Carlos le pareció guapa.

Carlos pensó que esa noche iba a tener “duende” Carlos entendía por una noche con “duende” cuando había alguna persona, generalmente siempre era una chica, a la que podía impresionar, todo se volvía mágico, cada cosa que hacia tenia un sentido por que el sujeto estaba pendiente de él, en este caso no había nadie mas que él, por que Roy estaba con Claudia, tenia que impresionar a Maria.

-Que pasa Carlos, esa que tienes a tu lado es Maria, la prima de Claudia – dijo Roy dándose la
vuelta desde el asiento delantero.
-Hola, ¿qué tal? – dijo Maria mirando a Carlos a la cara para acto seguido tomar una postura
inverosímil para darle dos besos.
-Bien, encantado, ¿sabéis ya donde vamos? – dijo Carlos.
-Si, vamos a un restaurante Italiano que conoce Claudia, en Atocha y luego nos quedaremos por
allí tomando algo, ¿no?, ¿a ti que te apetece? – dijo refiriéndose a Carlos.
-Vale, a mi me da igual, ¡me encanta la comida italiana! – puso énfasis en esa frase, sabia que
Maria le escucharía, pretendió mostrarse internacional.

En la cena, Carlos se mostró muy comedido, no se excedió con el vino y siempre pretendió agradar a Maria, se le notaba demasiado que le gustaba. Cuando el vino se empezó a notar incluso se atrevió a decirle algún piropo que Maria aceptaba de buen gusto, y es que, el efecto del alcohol es tanto para uno como para otros. Al acabar de cenar ya había suficiente confianza entre ellos dos para tocarse. Mientras bajaban por la calle, Carlos agarraba de vez en cuando la mano de Maria para que le escuchase, ella apretaba también la de Carlos, Roy y Claudia andaban unos metros por detrás y veían como surgía la química entre Carlos y Maria, cuchicheaban y se reían, después se paraban a besarse como dos enamorados, se suspendían en la noche hasta que los gritos de Carlos o Maria los animaban a seguir caminando, el tiempo era agradable, era una noche de primavera que invitaba a pasear, pero el trayecto fue corto, a escasos metros estaba la discoteca donde tomarían la primera copa.

Ya entrada la madrugada Carlos y Maria en un lance de uno de tantos bailes se besaron. Fue un beso apasionado, esperado, duró varios minutos, después siguieron bailando. Carlos fue a pedir otra copa a la barra, pregunto a Maria que quería, pero ella pensó que ya había bebido suficiente.

Apoyado en la barra esperando a que le atendieran, Carlos empezó a mirar a una joven que estaba justo enfrente de él, era una chica rubia, de labios carnosos, Carlos la miró con deseo, y ella le guiñó un ojo, acto seguido la chica rubia fue donde estaba Carlos, se puso delante de él y le dijo su nombre, Marta, después lo besó, se fundieron en un beso borracho. La chica con ese acto se vengaba de su exnovio que estupefacto la miraba a algunos metros de distancia, este la había dejado una semana antes. Maria desde la pista de baile miraba con asombro la escena, después de algunos minutos de beso, la chica desapareció. Carlos se quedó a cuadros, pero con una increíble satisfacción del que se siente deseado, pidió la copa y volvió a la pista a bailar con Maria, pero no la encontró, bebió la copa de un trago y fue en busca de Roy que bailaba en una esquina de la discoteca con Claudia.

-Roy, ¿has visto a Maria? – preguntó Carlos.
-No, estaba en la pista hace un momento
-Ya es que he ido a pedir una copa, y no veas lo que me ha pasado macho –Carlos estaba
eufórico-. Ha venido una rubia de escándalo y después de decirme su nombre ha empezado a
besarme...
-Ya, tu estas un poco pedo, ¿no?, pero si hace un minuto te he visto enrollándote con Maria –dijo
Roy-. Pues si te ha visto con la rubia esa que dices, lo más normal es que se haya pirado, ¿no
crees?
-No sé, voy a buscarla

Maria estaba en el lavabo, minutos después fue a hablar con Roy y Claudia para despedirse, a pesar de la insistencia de Claudia por que se quedara, ella se marchó. Cogió un taxi y se fue para casa, en el camino pensaba disgustada en lo que había pasado. Carlos la había gustado, una pena que sea otro cerdo mas, pensaba mientras se pintaba de nuevo con carmín sus labios.

Al día siguiente Carlos tenia una resaca de caballo, él pensaba que la única manera de quitarse la resaca era durmiendo, pero también como método alternativo, tenia tomarse un gelocatil con zumo de naranja, así que a las doce de la mañana y todavía medio borracho se levantó a tomarse la píldora con el zumo, después como un zombi volvió a la cama a seguir durmiendo.

Claudia estuvo toda la mañana pensando en llamar a Alberto, pero sabia que no debía hacerlo, no podía seguir así, necesitaba la opinión de alguien, de alguna amiga suya, cogió el teléfono y llamó a su mejor amiga.

-Hola Ángela, ¿qué tal?, soy Claudia
-Hola, ¡mujer cuanto tiempo!, ya creí que se te había tragado la tierra
-No, es que he estado muy liada, entre el cambio de piso, el trabajo, Roy, en fin que no he tenido
tiempo de llamarte, ¿qué tal te va?, ¿sigues con ese novio que tenias?
-Sergio, se llama Sergio, y sí, sigo con él, nos va fenomenal – dijo Ángela.
-Tengo que pedirte un consejo Ángela, tú eres mi mejor amiga, y sabes que tu opinión cuenta
mucho para mí y sabes...
-Venga dime lo que sea, ¡no me des coba! – la interrumpió.
-Esta bien, ¿sabes a quien me encontré el otro día mientras esperaba el autobús? -Ángela no
respondió, espero unos segundos para que Claudia continuase-. ¡Alberto!, tía, allí estaba él, más
guapo, y con la misma voz de siempre, casi me muero al verlo
-¡ah!, ¿el mismo Alberto que dejaste tras seis años de relación?, ¿y que hizo?, ¿no te escupió a la
cara?
-¡vaya!, ¡hija mía como eres!, pues no, al contrario, estaba muy simpático, me dio dos besos,
bueno dos no, cuatro, dos al verme y otros dos al despedirse, y olía de bien, la verdad es que no
sé que pasó entre nosotros – Claudia hizo una pausa para encenderse un cigarrillo, después
continuó-. Yo era muy inmadura, no digo que hiciera mal en dejarle, pero él nunca se portó mal
conmigo – Claudia hablaba y hablaba, mientras Ángela escuchaba pacientemente al otro lado
del teléfono.
-¿y que piensas hacer? – dijo Ángela.
-No sé, por eso te llamo tía, cuando le vi, sentí algo, era como si nunca se hubiese marchado,
como si él y yo no lo hubiésemos dejado
-Claudia, ¡tú le dejaste!, no digas tonterías, ¿no estarás pensando hacer ninguna locura?, tu ahora
estas bien con Roy, ¿no?
-Bueno, bien, bien –Claudia titubeo con la respuesta, dio una calada al cigarrillo-. Sí, ahora
estamos muy bien. Pero Ángela si solo quiero quedar con él para tomar un café, hablar de
nosotros, al fin y al cabo ha sido una parte importante de mi vida, ¿no crees?, ¿Qué hay de malo
en volver a ser amigos?
-Bueno, haz lo que quieras. Es cierto que deberías pedirle disculpas, invitarle a un café o algo y
-quedar como amigos, creo que después de lo que le hiciste se merece algo así.
-¡Gracias Ángela, voy a llamarle ahora mismo!, y a ver si nos vemos y nos tomamos algo juntas, -
¿vale?
-Vale, cuídate

Claudia apagó el cigarrillo. Y tras unos segundos llamó a Alberto. Quedaron a las cinco en casa de Claudia. Roy no estaría por que ese sábado trabajaba. Da igual que esté o que no, tampoco vamos hacer nada malo, pensó Claudia. Se ocupó de ponerse guapa pero informal, se vistió con el tejano que mejor le quedaba y con una camiseta blanca ajustada que reafirmaba sus pechos. Se impregnó con un poco de colonia y para darse un toque informal se quedó descalza.

A las cinco menos cinco sonó el timbre. Claudia se miró en el espejo por décima vez y se dirigió a abrir la puerta. Abrió y allí estaba Alberto, vestía con unos pantalones de cuadros, y una camiseta blanca, sin ningún dibujo, de calzado: unas deportivas, y le daba un toque muy sexy unas gafas de sol, que no se quitó claramente por que sabia ese toque de distinción que le daba, fue al darle dos besos a Claudia cuando dejó ver sus ojos, unos ojos grandes, azules, que a Claudia le encantaba mirar, por unos segundos así lo hizo, hasta que salió de su conmoción e invitó a entrar a Alberto.
Se sentaron en el salón, Claudia le ofreció café, pero Alberto rechazó la invitación, a cambio le pidió un refresco de cola. Claudia fue a la cocina, se preparó un café y sirvió un vaso de refresco a Alberto. Cuando entró con las bebidas en el salón, Alberto estaba hablando por teléfono, tardó poco en colgar, se despidió muy cariñosamente.

-perdona, ¿te he interrumpido? – le dijo Claudia excusándose.
-No, no, era una amiga –cogió el vaso y bebió un gran sorbo-. Y bien, ¿qué tal te va?
-Mira Alberto, esta situación es muy incomoda para mi, antes de que sigamos hablando quería
pedirte perdón
-Por favor Claudia olvida el pasado ¿quieres?, tu y yo ahora somos amigos, no tengo que
perdonarte nada, no te guardo rencor, tu tendrías tus motivos, y si no los tenias da igual, las
personas somos libres, tu no estabas a gusto y ya esta
-No, no, pero no tenia que haberte tratado así, tenia que haber sido mas humana, no te merecías
como te traté
-Mira si sigues hablando del pasado me voy, no quiero hablar mas del tema –dijo Alberto
enfurecido, tras unos segundos de silencio, se dirigió a Claudia-. ¿eres feliz?
-Si, claro –fue una respuesta rápida, si hubiera pensado la pregunta no hubiese respondido
afirmativamente-. ¿por qué me preguntas eso?
-Es lo que más deseo, desde que lo dejamos
-Desde que te deje -dijo Claudia interrumpiendole-.
-Bueno eso, desde que me dejaste, no he deseado otra cosa, que fueras feliz
-Vamos Alberto, eso es muy bonito, seguro que me odias
-De verdad que no, solamente pensaba en que encontrarías a tu media naranja, ¿la has
encontrado ya?

Ahora Claudia pensó más la respuesta, tanto que no respondió. Se levantó y fue a la cocina, dejó la taza en el fregadero y empezó a llorar. No sabía por que lo hacia, pero lloró durante algunos segundos, después y acordándose que Alberto esperaba en el salón se limpió las lagrimas como pudo y fue a buscarle.

-¿qué te parece si nos vamos a dar una vuelta? – dijo Claudia.
-Vale, por mi estupendo – respondió Alberto.

Cuando Claudia llegó a casa estaba feliz. Había pasado una tarde magnifica. Cuando caminaban por la Gran vía y ya casi se habían puesto al día en sus vidas, Alberto invitó al cine a Claudia, a la ultima sesión. Antes de entrar comieron unas hamburguesas. Claudia sintió el deseo del primer amor, aunque claro, en este caso no era nuevo, ¿quizá renació ese sentimiento?, ni ella misma lo sabia.

Eran más de las dos de la madrugada cuando se acostó, Roy dormía, pero al intentar taparse, lo despertó.

-¿de donde vienes? – pregunto Roy casi en sueños.
-¿y tú que preguntas?, ¿ya no puede una ni salir?
-solo te he hecho una pregunta – dijo Roy.
-esta bien, perdona amor, vengo de tomar algo con Ángela, hacia mucho tiempo que no nos veíamos

Para cuando Claudia quiso terminar la frase, Roy ya estaba dormido de nuevo, se quitó los pendientes y cerró los ojos, quería soñar, soñar con algo que le daba miedo pensar despierta.

 
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