Creo que muchas veces no apreciamos lo que tenemos, hay cosas en nuestra vida cotidiana que pasan desapercibidas, es como despertarse por la mañana, apenas le damos importancia, es más, muchas ocasiones nos fastidia hacerlo, pero no caemos en la cuenta de que si no lo hiciesemos mal asunto.
Ultimamente me gusta mirar el cielo, desde mi terraza se ve un bonito atardecer con la sierra de Madrid al fondo, y me pregunto como he podido estar tantos años no dandome cuenta de esta belleza. De un tiempo a esta parte, cada día lo disfruto más, observo como cae el sol, y cuando no hay nubes de lluvia, los últimos rayos de sol pintar de rosa las nubes, es maravilloso y sin embargo nunca me había fijado.
Supongo que es así, o quizá no, quizá yo soy así, el caso es que me encanta ver la puesta de sol, ver las diferentes tonalidades de azul, en algunos momentos esas tonalidades se me figuran el estado de ánimo, azul claro, azul oscuro, celeste, gris, azul negruzco, también hay tonalidades naranjas, rosas, rojizas...
Me hubiera gustado darme cuenta de todo este festín de belleza mucho antes, ahora tengo la sensación de que cada vez que veo una puesta de sol, es una puesta de sol que no volverá, que ya me he perdido, sólo me queda esperar al día siguiente, ya que por suerte, el sol se pone todos los días.
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2 comentarios:
¿Cuántos atardeceres se nos escapan de los ojos antes de que podamos atraparlos?
Me parece bien, detenerse a mirar de vez en cuando que pasa con nosotros o simplemente contemplarnos a nosotros en la naturaleza. Y hace bien, nos habla de que estamos despiertos ante la vida.
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