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La Inexistencia del Hado - Novela - Capitulo 13

LA INEXISTENCIA DEL HADO

CAPITULO 13

Hacía días que Carlos tenía una tos seca, tosía a todas horas. Por la noche, le costaba respirar más de lo normal. Sandra oyó como respiraba y le despertó.

-Carlos, despierta – dijo Sandra dándole golpecitos en la espalda.
-Dime – contestó dándose la vuelta.
-¿por qué no puedes respirar?
-No sé, ¿para eso me despiertas?, ¿tú que quieres, a que aspiras? – gritó Carlos, después se levantó y salió de la habitación.

Sandra no supo que hacer. Dejo pasar algún tiempo para ver si Carlos regresaba a la cama, pero no lo hizo. Ella fue a buscarle.
Estaba sentado en la cocina, se estaba comiendo un yogur.

-lo siento, siento haberte despertado – dijo Sandra desde la puerta.
-No te preocupes, yo siento haberte gritado
-¿por qué no vas mañana al medico? – dijo Sandra con cierta preocupación.
-No quiero ir al medico, todo va según lo previsto, voy una vez cada quince días, y mañana no me
toca ir al medico, todo esta bien – Carlos terminó de comerse el yogur, lo tiró a la basura -. ¿Te
parece que visito pocas veces al medico?, ¿quieres que vaya mas a menudo?, ¿te parece poco
que le vea una vez cada dos semanas?
-No te enfades cariño – Sandra se acercó a Carlos y le abrazó -. Me preocupo por ti, creo que esa
tos que tienes últimamente no es nada buena.

Carlos empezó a toser con fuerza, apartó con un pequeño empujón a Sandra, se echó las manos a la boca, tosía cada vez con más fuerza. Cuando terminó miro sus manos, estaban llenas de sangre.

-¡por dios Carlos!, ¡eso es sangre! – dijo Sandra, después salió de la cocina sollozando.

Carlos fue al baño, se lavó las manos y se enjuagó la boca, después se fue a la cama. Cuando llegó vio que Sandra estaba llorando contra la almohada. Carlos se sentó junto a ella y la acarició el pelo.

-mañana iré al medico, le comentare lo de la tos, no te preocupes amor – dijo Carlos.

Después se tumbaron en la cama, se abrazaron y durmieron.


Roy no pudo creer lo que estaba viendo y de repente se entristeció. Carlos caminaba hacia él, habían quedado para tomar café. Hacia algunos días que no se veían, le impactó su aspecto.
Se sentaron en una terraza, el verano estaba cerca, era una buena tarde de domingo.

-¿qué tal? – dijo Roy -. No te veo bien amigo, ¿cómo vas con la enfermedad?
-Solo voy – dijo Carlos, después tosió con fuerza.
-cuéntame, ¿qué síntomas tienes? – preguntó Roy.
-pues todos los que hay – Carlos esbozó una pequeña sonrisa -. Pero no estoy preocupado,
¿sabes?, el ser humano es extraño, se que me voy a morir, pero no estoy preocupado, me he
mentalizado de tal manera que incluso hay días en los que soy feliz, junto a Sandra, si no fuera
por ella – Carlos suspiró.
-¿y tus padres?, ¿lo saben ya? – el camarero vino, pidieron dos cafés.
-Sí, sí lo saben, creen que estoy bien, les veía a menudo, pero hace dos semanas que no se nada
de ellos, no quiero que me vean, estos últimos quince días mi aspecto ha empeorado mucho. Los
efectos secundarios de las pastillas y las deformaciones en el cuello, sin contar con las marcas en
la cara, estoy hecho una mierda

Roy no sabia que decir, no podía creer que estuviese hablando de ese tema con su mejor amigo. Se moría y eso le apenaba, era una situación surrealista. Dentro de algún tiempo la persona que tenia delante no estaría con el, se iría, para siempre. Se sentía fatal, intentó cambiar de conversación varias veces, pero inevitablemente el dialogo derivaba hacia el mismo tema.
hace dos días que me han detectado neumonía, por eso no respiro bien, ahora tengo que llevar pañuelos siempre, algunas veces toso y me sale sangre por la boca – Carlos terminó su café.

-No quiero seguir hablando de esto Carlos – dijo Roy con tristeza -. Dentro de poco será tu
cumpleaños, ¿lo celebraras, verdad?
-Si claro, por supuesto

Se despidieron como si fuera la última vez que se verían las caras. Se abrazaron durante algunos minutos.

Carlos llegó a casa, Sandra le esperaba, le besó nada mas entrar. Los dos se fueron excitando. Se empezaron a desnudar, de repente Carlos se desmayó.

-¡Carlos, Carlos, despierta! – gritó Sandra.

La ambulancia no tardó en llegar. Llevaron a Carlos al hospital, Sandra fue con el. Estuvo inconsciente todo el camino.
Los padres de Carlos no tardaron en llegar, cuando lo hicieron preguntaron por su hijo en recepción, la señorita les indicó donde tenían que dirigirse. Llegaron a una sala de espera, allí estaba Sandra.

-hola – dijo el hombre.
-¿Ustedes son los padres de Carlos? – dijo Sandra.
-Si – dijo la madre -. ¿usted le conoce?
-Si, soy su novia, me llamo Sandra – acto seguido Sandra pensó que no era necesario una
presentación en un momento como aquel.
-Encantada, yo soy Rosa – dijo la madre de Carlos.
-Yo soy Carmelo, soy el padre de Carlos, ¿dónde esta? – no terminó de hacer la pregunta cuando
el doctor se dirigió a los tres.
-Buenas noches a todos, están ustedes por el paciente Carlos Sánchez, ¿verdad?
-Si – dijo Carmelo, Rosa y Sandra asintieron con la cabeza.
-El estado de Carlos Sánchez es estable, solo ha sufrido un desmayo, una crisis de ansiedad, pero
su estado no es grave, esta noche permanecerá en observación, mañana con casi total seguridad
le daremos el alta medica, pueden pasar a verle

Rosa empezó a llorar. Sandra la abrazó y después Carmelo abrazo a su vez a las dos, los tres lloraron. Pasaron algunos minutos hasta que se tranquilizaron. Caminaron despacio, Carmelo abrazado a Rosa, y Sandra detrás de ellos. Entraron a la habitación.
Carlos estaba tumbado, con los ojos cerrados, cuando oyó entrar a alguien los abrió. Tenia una mascarilla que le daba oxigeno, también en uno de sus brazos tenia una cinta adhesiva con un algodón. Por lo demás su aspecto era bueno.

-¿cómo estas hijo? – preguntó Carmelo, Rosa y Sandra quedaron detrás de el.
-Bien, no sabia que hacer, y me dije: “voy a pasar una noche familiar en el hospital” – Carlos
sonrió, cogió la mano de su padre, con la otra mano se quitó la mascarilla y la besó.
Mama, ¿qué tal estas?, ya habéis conocido a Sandra, una mala ocasión, pero bueno
-Te dejamos descansar, estaremos fuera por si necesitas algo – dijo Carmelo.
-No de ninguna manera, iros a casa, yo ya estoy bien – dijo Carlos.
-Si, yo me quedaré con el, dormiré en esta silla, a su lado, podéis iros tranquilos, si sucede algo os
llamaré – dijo Sandra.

Los padres de Carlos insistieron en quedarse, pero al final Sandra los convenció y se marcharon. Sandra se quedó a dormir con el, aunque durmieron poco, hablaron mucho. Carlos empezó a pensar donde celebraría su cumpleaños, lo habló con Sandra, a esta le pareció una idea estupenda celebrarlo. Hablaron de cosas importantes y cosas sin importancia.
Por la mañana el doctor entró en la habitación despertándolos.

-Buenos días chicos
-Hola doctor – dijo Carlos, se había quitado la mascarilla.
-Tienes buen aspecto Carlos – dijo el doctor, mientras le tomaba el pulso -. Ya tenemos los
resultados de tu análisis, te vemos estable, pero no queremos dejarte marchar todavía, así que
te quedaras aquí por lo menos hoy, ¿vale? – el tono de voz del doctor era agradable.
-¿tengo algo malo? – preguntó Carlos.
-No, lo único que queremos observarte, nada mas, si tuvieras algo malo te lo diría, ya eres
mayorcito para jugar a esas cosas, solo es para observar, además te viene bien dormir con
oxigeno, ¿esta noche dormiste mejor a que si? – el doctor tomaba notas en un cuaderno al pie
de la cama de Carlos.
-Si, claro – respondió Carlos.
-Pues nada, puedes llamar a tus amigos para que vengan a visitarte – el doctor sonrió -. Vendré
a verte a media tarde, pórtate bien – el doctor le guiñó un ojo, después salió de la habitación.
pórtate bien, pórtate bien, este tío es gilipollas, ¿has visto que forma tiene de hablarme?, ni que
fuera un subnormal – dijo Carlos a Sandra, estaba cabreado.
-Tranquilo Carlos – Sandra sonrió y le besó -. ¿Quieres que vaya a comprarte algunas revistas?
-No, no quiero leer nada, pero, ¿me haces un favor?
-Si, claro, ¿cuál? – preguntó Sandra.
-Llama a Roy, dile que estoy en el hospital, a ver si puede venir a verme, y a Claudia, también,
dile lo que ha pasado, exagéralo un poquito, ¿vale?, dame mi cartera

Sandra fue a por el pantalón de Carlos, sacó su cartera y se la dio.

-toma estos son sus teléfonos, no te conocen, diles que eres mi novia
-esta bien, pero, ¿por qué? – Sandra estaba confusa.
-¿por qué?, ¿qué?, me apetece que vengan a verme, ¡joder!

Sandra llamó a los dos. Roy dijo que pediría el día libre e iría enseguida. Claudia dijo que cuando saliera de trabajar iba para allá.

A medio día Roy entró en la habitación, allí se encontró a Sandra sentada en una silla viendo la tele y a Carlos leyendo una revista.

-¿Qué pasa tío? – dijo Roy dándole un pequeño golpecito en la pierna.
-Pues nada, ya ves, aquí estamos – Carlos se incorporó en la cama.
-Hola – dijo mirando a Sandra.
-No os he presentado, Roy ella es Sandra se podría decir que es mi novia – dijo guiñándole un
ojo.

Roy dio dos besos a Sandra.

-¿Qué tal? – dijo ella, después volvió a sentarse en la silla.
-Bueno cuéntame, ¿Qué ha pasado? – dijo Roy sentándose a los pies de la cama.
-Nada, un simple desmayo, aquí lo exageran todo – Carlos se peinaba el pelo con las manos.

Roy sabia que no era un simple desmayo pero no quiso hablar del tema.

-¿Cuándo te dan el alta? – pregunto Roy.
-Mañana por la mañana lo mas seguro
-Ah, bueno, pues nada, ¿Qué lees? – dijo Roy.
-Una revista de coches, me la trajo Sandra esta mañana – Carlos miró a Sandra y le sonrió, ella le
devolvió la sonrisa.

La puerta de la habitación se abrió, era Claudia. Entró y al ver a Roy sintió un sudor frío. No le veía desde que aquella mañana de domingo se marchara de casa. Le extrañó verle tan guapo. Ahora que no estoy con el le veo atractivo, pensó. Algunos pensamientos más le vinieron a la cabeza.

-Hola – dijo Claudia.
-Hola, pero pasa, no te quedes ahí en la puerta – Carlos la hacia gestos con la mano.
-Hola – dijo Roy con timidez.

Roy al verla entrar sintió un pequeño mareo. Su cerebro tardó en procesar la imagen de la mujer que quería. Sintió amor, quería besarla, pasados unos segundos su orgullo se vino arriba y la odiaba. Intentó no mirarla.

-¿Qué te ha pasado Carlos? – Claudia estaba incomoda.
-Pues ya se lo comentaba a Roy – dijo Carlos haciendo una evidente pausa y señalándole, Claudia
no tuvo más remedio que mirarle -. Un simple desmayo, ¿tu que crees Roy? – le preguntó.
-Si, yo que se tío, no soy medico – Roy estaba perdido, no entendía el por que tenia que estar
Claudia allí.

Sandra que hasta ese momento estaba sentada en la silla, se levantó y se dirigió a Claudia.

-Hola yo soy Sandra, soy la novia de Carlos – dijo dándola dos besos.
-Hola, encantada – Claudia sonrió.
-¿y tu que tal estas Claudia?, hace mucho que no te veo – dijo Carlos.
-Si, es que he estado trabajando, y bueno no se – Claudia miró a Roy.

Roy se levantó de los pies de la cama. Miro a Claudia con timidez. La seguía queriendo, aquello era una tortura.

-Carlos ahora vengo voy a comprar un refresco, ¿quieres algo?
-Si
-¿Qué? – preguntó Roy.
-Que te quedes, no quiero que te vayas – dijo Carlos.

Hablaron de diversos temas, fue inevitable que Roy y Claudia intercambiaran algunas palabras. El odio de el se fue apaciguando, Carlos proponía temas y los cuatro los discutían, incluso rieron.
Era de noche cuando Roy y Claudia se fueron. Salieron juntos del hospital.

-bueno, pues nada, voy a ver si veo algo en la tele – dijo Roy.

Claudia se quedo callada. Le debía una disculpa, pero solo ella sabia cuanto le costaba dársela, pero aquel era el momento.

-Roy lo siento – dijo Claudia mirándole a los ojos.
-Él le respondió con la mirada, seguía esperanzado de que Claudia todavía le quisiera.
no tienes de que disculparte Claudia
-si, mira Roy en la vida hay veces que cometes errores, yo no se si dejarte fue un error, el tiempo
lo dirá, pero tu te portaste muy bien conmigo y yo te fallé, por eso quiero pedirte perdón. Se
que estas cosas pasan, que es normal, pero no se, quiero pedirte perdón – Claudia tenia un nudo
en la garganta, no quería llorar -. también tengo que decirte que no estoy con nadie, estoy sola,
y estoy bien así

Roy no se esperaba lo último. El pensaba que le pedía perdón para volver con el, de cualquier modo pensó que las palabras de Claudia eran sinceras.

-Claudia no te preocupes, acepto las disculpas que quieras darme – Roy cogió su mano -. Solo
quiero que sepas que yo te esperare por algún tiempo, ¿vale?, te quiero demasiado para
olvidarte tan pronto

Claudia no pudo contener sus lágrimas. Roy le acarició la mejilla quitándoselas, después se abrazaron.

-Cuídate – dijo Roy.
-Lo mismo digo, y si quieres algún día podemos quedar y nos tomamos algo, o hablamos

Se despidieron dándose dos besos. Claudia caminaba deprisa. Roy se volvió a mirarla un par de veces, pero ella no lo hizo. Pronto se alejó.

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