Búsqueda personalizada

La Inexistencia del Hado - Novela - Capitulo 14 - CAPITULO FINAL -

LA INEXISTENCIA DEL HADO

CAPITULO 14


De madrugada Sandra despertó a Carlos.

-Carlos, tengo que decirte algo
-Dime
-Tienes razón – dijo Sandra.
-¿Qué quieres decir?
-“ Esperanzados “ no es una asociación de personas con enfermedades venéreas

Carlos se destapó y se sentó sobre la cama. Era la primera vez que veía a Sandra tan seria.

-En realidad es una empresa con muy malos fines. Al principio cuando entras no sabes nada,
luego depende de cómo te vean te incluyen en nomina o no. Un juego de asesinos.
-¿Qué estas queriéndome decir? – preguntó Carlos.
-Todos los socios pagan su cuota al mes, pero ese dinero es el botín, el premio – dijo Sandra.
-¿pero de que hablas? – el tono de Carlos era elevado.
-El juego consiste en contagiar el v.i.h, se hace un computo y quien mas “victimas” consiga gana,
es sencillo, son asesinos Carlos, asesinos que matan con el virus mas perfecto que existe –

Sandra comenzó a llorar.
Carlos se acercó a ella y la abrazó.

-ya vale, no llores Sandra, ¿desde cuando lo sabes?
-Desde hace mucho tiempo, lo descubrí e incluso yo participé – Sandra cogió su bolso, saco su
cartera y de ella su carné de la asociación -. Mira aquí, ves que pone “Rango: sentí”, Rango es la
categoría que tienes, como en el ejercito, “sentí” es la categoría mas baja, significa que no has
contagiado el v.i.h a nadie. Estuve un par de meses jugando, tuve la oportunidad de ascender de
rango en mas de una ocasión pero no pude. No soy una asesina – Sandra volvió a llorar.

-Bueno no te preocupes, tumbate en la cama conmigo

Los dos se tumbaron en la cama. Carlos estaba confundido y triste. No tenia rabia, tampoco ira contra nadie, pero se sentía mal, muy mal. Durmieron juntos esa noche.


Carlos iba a celebrar su cumpleaños. Vendrían Roy y Luis, también había invitado a Claudia pero esta dijo que no podía, “tengo que cenar con mis padres, es su aniversario” puso como excusa. Sandra también estaría.
Cenaron en casa de Carlos, Sandra preparó una cena y Carlos unos postres, todo estaba listo. Roy fue el primero en llegar. La velada fue amena, pero la tristeza se palpaba a cada segundo.

-joder macho, esto de cumplir años es jodido cuando llegas a cierta edad – dijo Luis.
-Yo firmaría por cumplir muchos mas, Luis – dijo Carlos, después salió de la cocina.

Todos hablaban durante la cena pero Carlos estaba ausente.

-¿Carlos te pasa algo? – le preguntó Roy.

Después de algunos segundos Carlos reaccionó.

-¿eh?, no, no, estoy bien – dijo sin mirarle.

Sandra contaba una anécdota graciosa, en ese instante Carlos se levantó de la mesa.

-chicos ahora vengo, se me olvidó comprar algo para el postre – dijo, después se fue de la casa dejando a todos sorprendidos.

La noche era calida, los pasos de Carlos eran rápidos. Sabia lo que tenía que hacer y lo haría enseguida. Caminó por algunas calles hasta llegar a la Comisaría de la Policía Nacional.

-quería poner una denuncia – dijo Carlos al funcionario de recepción.
-Al fondo a la izquierda – le indicó.

Carlos aquella noche no durmió en casa, estuvo toda la noche en comisaría. Llegó a casa por la mañana, se encontró con la mesa puesta, tal y como la dejó la noche anterior cuando se había ido. Pasó a la habitación, Sandra dormía. Se desnudó y se metió en la cama. Sandra se despertó pero no le dijo nada, se dio la vuelta e intentó dormirse de nuevo.

-lo siento – dijo Carlos.
-No sientas nada, duérmete – Sandra estaba furiosa.
-¿no quieres saber de donde vengo?
-No, tu no me lo dijiste cuando te marchaste, ¿Por qué iba a querer saberlo ahora?
-No sé – dijo Carlos.
-déjame Carlos, quiero dormir

A los dos días Carlos recibió una llamada, era la Policía.

-lo sentimos Don Carlos – dijo el agente con voz seria -. Ayer se hizo un registro de la dirección social de la asociación “ Esperanzados “ y no se han encontrado pruebas que nos hagan sospechar todo lo que usted nos dijo hace unos días
-no puede ser, ¿no pueden hacer nada? – preguntó Carlos.
-No, no tenemos pruebas, la carta que usted nos enseño no significa nada, la pudo escribir usted
mismo, no demuestra nada
-Esta bien, gracias por todo – Carlos colgó el teléfono.

Carlos apenas tenia ánimos de emprender ninguna investigación por su cuenta, le dolió no poder hacer nada contra la gente que le había contagiado el virus. Se moría por fuera y por dentro, sintió una enorme impotencia.

Cuando Sandra llegó a casa se encontró a Carlos tumbado en el sillón.

-hola – dijo Carlos.
-Hola, ¿Qué tal te encuentras? – Sandra se acercó a el y le dio un beso en la mejilla -. ¿Qué tienes
en el cuello? – pregunto Sandra
-No sé, lo he visto esta mañana, me escuece
déjame ver – dijo Sandra -. Es un salpullido, deberías ir al medico
-No, estoy harto – Carlos hizo una pausa -. ¿para que seguir viviendo Sandra?

Sandra le miro a los ojos, después le besó.

-Te quiero, ¿no te vale con eso? – dijo Sandra
-Ojalá lo que siento por ti pudiera aliviar mi dolor – Carlos empezó a llorar sin querer -. Me duele
el alma, la enfermedad no es lo peor, lo peor es sentir que no puedes hacer nada, nos creemos
los mejores, los amos del mundo y resulta que un simple virus te mata. Mi neumonía va en
aumento, apenas si puedo respirar
-Es lo de menos Carlos, ¡tienes que luchar!
-¡no puedo!, ¡no te das cuenta de que ya no soy nada! – Carlos lloraba con amargura, se abrazó a
Sandra.
-Te quiero, te quiero tanto – Sandra sollozaba junto a el.

Los dos se calmaron pasados unos minutos. Sandra le limpió las últimas lágrimas de la cara a Carlos.

-hoy me ha llamado la Policía – dijo Carlos.
-¿y que te han dicho?
-No pueden hacer nada contra la asociación, necesitan pruebas
-Hijos de puta – exclamó Sandra.

Los días pasaban rápidos. La neumonía hizo que Carlos se sintiera cada vez peor, también le detectaron Sarcoma de Kaposi, una de las llagas estaba corrompiéndole el pulmón. Solo habían pasado dos semanas desde su cumpleaños, pero ya no podía levantarse de la cama. Vomitaba constantemente y las diarreas eran continuas. Le ingresaron en el hospital una mañana de lunes. Su cuerpo era flácido, su cara demacrada y huesuda, había perdido treinta kilos, no tenia apenas fuerza para hablar.
El hospital se convirtió en la casa de Sandra, de Roy, de Claudia, por supuesto de sus padres, y hasta de Luis. Todos permanecían largas horas con el, a su lado. Los médicos ya les habían advertido que su situación era muy grave.
Era por la tarde, Sandra salió de la habitación para desayunar. Había pasado toda la noche hablando con Carlos. Bajó en el ascensor camino de la cafetería, una sensación de alegría recorrió todo su cuerpo, Carlos por primera vez en mucho tiempo le había dado síntomas de recuperación. Incluso le vio esperanzado.
"Cuando salga de aquí nos casaremos, y compraremos un perro, o un gato, ¿a ti que te gustan mas los perros o los gatos?" – había dicho Carlos a Sandra la noche anterior.
Desayunó tan rápido como pudo, no quería pasar ni un segundo separada de Carlos.
Cuando entró en la habitación la madre de Carlos sollozaba sobre su cuerpo. Una doctora trataba de consolarla. Sandra se abalanzó sobre Carlos, pero se dio cuenta de que se había marchado. Besó su mejilla.

-un perro Carlos, prefiero un perro – le dijo llorando al oído, después salió de la habitación.

En el hospital aquella mañana solo estaba Sandra y su madre.


A Sandra le costaba mucho olvidarse de Carlos, los últimos días había sido su vida. No fue al entierro, le quería demasiado como para sufrir de ese modo. Roy lloró como nunca lo había hecho en el funeral. Claudia vio el acto desde atrás, desde lejos, no quería ver a Roy. Fue rápido y doloroso, como cualquier muerte. Nadie podía creerse lo que había pasado, pero pasó.


Sandra se levantó temprano. Fue a la Policía. El mismo funcionario que días antes había hablado con Carlos la atendió.

-dígame señorita en que puedo ayudarla – el agente encendió un cigarrillo.
-¿Recuerda a un joven que hace apenas un mes estuvo aquí? – dijo Sandra.
-¿Qué joven? – el Policía estaba confuso, dio otra calada al cigarrillo, después lo apagó.
-Vino a denunciar a una asociación, que se dedicaba a contagiar el virus del sida
-¡ah!, si, si, menudo loco – dijo riendo -. Menuda película se montó, digna de una película de
hollywood
-murió hace dos días, de sida y murió de sida por que la asociación a la que pertenezco le contagió
el v.i.h – dijo Sandra con frialdad.
-¿Qué esta usted diciendo? – el policía se puso serio.
-Yo contagie el v.i.h a ese joven, puede mirar su ficha de defunción, murió hace dos días, yo le
contagie el virus, se lo he contagiado a veintisiete personas mas, y como yo, mas miembros de
mi asociación siembran la muerte cada día, ¿quiere mas pruebas?, acuéstese conmigo, estoy
caliente – Sandra se acercó al Policía y le empezó a besar.
-¡aléjese de mi!, ¡ayuda! – al momento entraron dos policías que redujeron a Sandra, después la esposaron.

El inspector jefe no tardó mucho en llegar. Lo primero que hizo fue ordenar una analítica de Sandra para comprobar que era seropositiva. Después todo cayó por su propio peso, en dos semanas todos los miembros de la asociación fueron detenidos.


Claudia no podía dormir, pensaba en todo lo que había sucedido. Se sentía sola, lo echaba de menos. No podía dejar de pensar en sus brazos, en sus besos. Inevitablemente y sin saber por que, él estaba en su pensamiento desde hacia días. Cogió el teléfono y marcó su número.

-dígame- contestó con voz dormida.
-¿Roy?, hola, ¿Qué tal? – dijo Claudia.
-¿Claudia?, bien, estoy bien, ¿y tú?
-Bien, solo quería decirte que te echaba de menos

Esas palabras espabilaron a Roy, se incorporó en la cama.

-yo también – dijo Roy.
-¿quieres que nos veamos mañana para tomar un café? – preguntó Claudia.
-¿mañana?, si, esta bien – Roy sonrió.
-Vale, pues a las seis en la boca de metro de Plaza España
-allí estaré, hasta mañana Claudia
-Hasta mañana Roy, un beso.

Después de colgar el teléfono Claudia no tardó mucho en dormirse. Y tuvo un sueño, un sueño encantador, un sueño solitario que solo pudo tener aquella noche.

4 comentarios:

ty dijo...

Vaya, como siempre, llego en el final.
Pero me ha encantado. Este capítulo me ha enganchado desde la primera frase, de verdad.
Hay algunos errores de ortografía y de gramática que yo cambiaría, pero la esencia de la novela, el tema... Es perfecto.
Enhorabuena, yo sé lo complicado que es hacer una historia larga, pero esta es perfecta.
Felicidades. Nos leemos,
Sara.

Sergio Becerril dijo...

Hola Sara_yooo;

Muchísimas gracias por leerme. Me alegro que te haya gustado la historia. Tú que también escribes sabrás lo que motiva a uno que le digan algo así.
Por otra parte estoy de acuerdo contigo en lo de las faltas, en realidad los últimos capítulos no han pasado por una reescritura seria, y así es normal que presenten faltas ortográficas y de estilo. Como sabes, cuando escribes, eso pasa a un segundo plano, es cuando reescribes cuando corriges, y quería que leyeseis cuanto antes el desenlace de la novela, sin embargo no es excusa, y cuando tenga algo de tiempo reescribo y trataré de que no haya ninguna falta.

Gracias de nuevo. Un abrazo muy fuerte.

Anónimo dijo...

Que buena novela
me ha encantado la manera en que escribes
te felicito
saludos desde argentina
adios

Sergio Becerril dijo...

Gracias por leerme Dejar de fumar, me alegro que te gustara.

Espero que algún día algún editor despistado entre en mi Blog y le guste tanto como a vosotros, la publique, y pueda ser léida por mucha gente, claro, esto es un sueño, pero bueno, son las tres y veinticinto de la madrugada, hora española, a esta hora, está permitido soñar.

Un abrazo muy fuerte.

 
Safe Creative #0911060075467
directorio de weblogs. bitadir
Vueling Ocio y Diversion Top Blogs Spain Creative Commons License
Bodega de Recuerdos by Sergio Becerril is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 España License.
Based on a work at bodegaderecuerdos.com. Blog search directory - Bloggernity Blog search directory - Bloghub Add to Technorati Favorites The Luxury Blog