Sobre la escritura de una novela

Llevo siete días sin ir al gimnasio, tantos como llevo escribiendo mi nueva novela.
El proceso creativo de escribir una novela no es algo baladí, ni que se pueda hacer en los ratos libres, es un proceso absorbente cien por cien.
En mi caso, las novelas no se empiezan a escribir cuando me siento frente a mi Macbook, hay un proceso que se produce antes, durante y en algunos casos después. Me explico:

La historia se cuece antes de escribirla. Un pequeño detalle, una noticia en la televisión o en los diarios, un pensamiento, algo que me conmueve, estas cosas crean en mi el principio de la historia, luego esa idea puede germinar o no. Muchas veces me ha pasado de tener la historia, darle vueltas unas horas, o un par de días y no llegar a nada, no ser lo suficientemente fuerte como para atraparme y escribirla. No sé muy bien cual es el elemento diferenciador entre una idea que no germina y otra que sí y se convierte en novela, por eso soy de la opinión que las historias te eligen, no las eliges tú a ellas.
Una vez la idea se ha instalado en mi cabeza, no se mueve, durante días, semanas, meses, va creándose dentro de mi cabeza, como un embarazo, durante días no hago otra cosa que pensar en la historia, se va elaborando desde dentro, pero no me siento a escribir, no por pereza, sino porque no es el momento todavía.
Igualmente no sé cuando es el momento exacto para sentarme a escribir, supongo que será cuando la historia ya tenga cierta trama, algunos personajes, el caso es que de un día para otro me atenazan las ganas de narrar lo que tengo en mente, entonces me siento y escribo.

Al principio todo es muy sencillo, las palabras fluyen como un grifo abierto, sin embargo llega un momento, en mi caso suele ser a partir de la séptima página, que la cuesta se empina, las palabras no fluyen, las ideas se agotan, y entonces se deja de escribir.
La ausencia puede llevarme días o incluso semanas sin volver a coger el manuscrito, hay veces que la idea sólo se queda en eso, en un buen comienzo, si no tengo más ideas o si no aparecen unas voluntariosas ganas de seguir con esa historia desecho el proyecto, me ha pasado en más de una ocasión.
Por el contrario si se siguen acumulando ideas, si la historia me dice: "venga continua con esto, o con esto otro" "este personaje puede ser de esta forma o de esta otra" entonces tomo por rutina sentarme cada día a escribir y continuar con la novela. Es en estos casos cuando ya he cogido el tren, y entonces se me hace complicadisimo no hacer otra cosa que pensar en la novela y escribir.
Me levanto con algún pensamiento sobre este u otro personaje, sobre si la trama debe ir por ahí o debo cambiarla, pienso en los giros a corto plazo, si la personalidad de tal o cual personaje está bien definida, si dejé claro en aquel dialogo lo que quería expresar, pienso en la novela desde que me levanto hasta que me acuesto, así día tras día.
Lo normal es que cuando he llegado a esta etapa, escriba todos los días, sin embargo no pasa nada si algún día no escribo, puede ser incluso mejor, ya que sé que dentro de mi mente se están acumulando nuevas ideas que plasmaré en algún momento. Esto es realmente agotador, pues tener en tu cabeza a personajes imaginarios, una trama, pensar en la forma de sorprender con algún giro argumental, etc. y además tus quehaceres diarios, es muy duro.
Y es duro también para los que te rodean, familia y amigos, incluso en el plano laboral puede hacerte bajar el rendimiento.
Una vez termino la novela el peso que uno se quita de encima es indescriptible. Durante algunos días después la historia ronda por tu cabeza, pero es distinto, no te atormenta como días atrás.
Escribir no es sencillo, por más que me empeñe en quitar mérito a lo que hago, (aunque esto es una característica mía y lo aplico en todos los ámbitos de mi vida), en el fondo de mi ser estoy convencido de que no todo el mundo puede hacerlo, quizá porque no quieran, también puede ser.