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La inexistencia del Hado - Novela - Capitulo 7

LA INEXISTENCIA DEL HADO

Capitulo 7

Carlos se levantó con dolor de cabeza, enseguida se tocó la frente para ver si tenia fiebre, no se notó nada, así que se levantó corriendo y fue a buscar el termómetro. Se lo puso, cuando pasó el tiempo vio que no tenia fiebre, se quedó mucho mas tranquilo. Últimamente no pensaba mucho en si era portador del VIH, pero cuando le atenazaba algún síntoma de enfermedad el terror le invadía. Pensó que seria una simple jaqueca. Fue a la cocina y se tomó un analgésico.
Como tenía un largo día por delante sin hacer nada, decidió llamar a Elvira para ver cuando iba a ser la próxima reunión de “Esperanzados”.
Después de la conversación, había quedado con Elvira y con el grupo el viernes a las diez de la noche. Iban a ir a cenar y luego a tomar unas copas, antes de la cita Carlos tendría que ir a casa de Elvira para formalizar su suscripción a la asociación, para ello solo era necesario rellenar un impreso y pagar una cuota de socio de 20 euros al mes, a Carlos le pareció exagerado, pero Elvira le convenció diciendo que esos 20 euros eran para fines benéficos, por que con ese dinero hacían regalos a los socios en su cumpleaños, además servia para hacer los impresos de alta de socios, y gran parte del dinero se quedaba en la tesorería de la asociación para ser usado por los socios cuando tuviesen algún problema económico.
Se duchó, se vistió, y se fue a casa de Elvira, cuanto antes hiciese el trámite mejor, pensó Carlos.
Iba a cruzar la calle cuando alguien le tocó el hombro, Carlos se dio la vuelta, era Claudia.

-Hola Claudia, ¿qué tal?
-Bien, ¿y tu?, ¿dónde vas? – le pregunto extrañada, Claudia trabajaba un par de manzanas mas
arriba, iba a coger el autobús.
-Pues mira a dar una vuelta
-Yo salgo de trabajar ahora, tenía que haber salido a las doce, y mira, las cinco y sin comer
todavía, ¡estoy harta!
-Si suele pasar, pero tranquila, ¿y Roy que tal? – preguntó Carlos.
-Bien, me imagino que estará trabajando
-Oye siento lo de la otra noche, no quería herir a tu prima
-No te preocupes, ya le diré algo, pero no pienses que va a quedar contigo otro día, jajaja...
-Jajaja...no en serio, no quería hacerla daño, es mas me gusta bastante –Carlos hizo una pausa-. --Bueno, dejémoslo, no quiero enamorarme, jajaja...
-Bueno Carlos te dejo que solo me faltaba perder el autobús

Se despidieron con dos besos. Carlos disimuló metiéndose por una calle hasta que Claudia cogió el autobús y desapareció. Volvió sobre sus pasos y entró en el portal de Elvira.
Elvira vestía unos pantalones negros ceñidos, era una mujer atractiva, en esta ocasión se había preparado para la visita, dio dos besos a Carlos y le invitó a entrar.
espera un momento, voy a por los documentos – dijo, después se encendió un cigarrillo y se fue.
Tardó como cinco minutos en volver, cuando lo hizo traía bajo su brazo un montón de papeles, se sentó en el sofá, al lado de Carlos y empezó a explicarle.

-Mira, esto que te doy es una especie de contrato, no te compromete a nada es solo informativo,
te explica las actividades de la asociación y que estas de acuerdo con ellas, nada mas, firma aquí – le mostró donde tenia que firmar.
Carlos tardo en leer todo el documento, cuando lo hizo solo tenía una duda.
-¿oye Elvira y esta cláusula que dice que no se puede hablar de la asociación con gente conocida,
como familia y amigos?
-No te preocupes por ella, algunas cláusulas son muy antiguas, esa en concreto en la próxima
asamblea la pensamos quitar – dio una ultima calada al cigarrillo y lo apagó, después saco de su
bolso que estaba al lado suyo una barra de carmín rojo y se empezó a pintar los labios, acto
seguido prosiguió-. Antes, al principio en la asociación éramos poca gente, para impedir que se
convirtiera en algo familiar impedimos hablar de la misma con gente conocida o familiares.

Carlos no es que se quedara muy satisfecho con la explicación, pero pensó que a lo mejor era cierto, firmo el documento, después Elvira le explico algunas cosas referentes a los socios, por ejemplo le advirtió de que no estaba bien estar todo el tiempo hablando de la enfermedad, para ello hacían un foro una vez a la semana, los días que se reunían para salir era casi tema tabú, por que lo que buscaban todos era divertirse, no amargarse con el problema. Carlos lo entendió perfectamente. Elvira le dio también un libro sobre el VIH

-dime tu primer apellido – le dijo Elvira
-Sánchez, ¿para que?
-Elvira escribió a bolígrafo “Carlos Sánchez” en el carné de la asociación, en realidad era una
tarjeta de visita de color rojo, con un teléfono y un espacio para poner el nombre, igual que la
que encontró Carlos en su coche. Enseguida al ver la tarjeta pensó que la que estaba en su coche
era la de un miembro de la asociación, en concreto la de Misselle, ¿y cuando se la había dejado?.

Hizo memoria, se le ocurrió que podía ser de la prostituta que había subido a su coche hace un par de meses, en fin, tampoco tenia importancia, ¿o si?.

Carlos se despidió de Elvira, esta le dio dos besos y le emplazó para la cita del Viernes, en ella
conocería a casi todos los miembros, estaba deseoso de hacerlo.

Claudia se estaba preparando una tortilla francesa, había salido tarde de trabajar, eran más de las seis y todavía no había comido nada. El teléfono sonó, fue al salón para cogerlo, cuando miro la pantalla vio que era el teléfono de Alberto. Empezó a latirle el corazón, dudo si cogerlo o no, le temblaban las piernas. No lo cogió. Dejó el teléfono encima de la mesa y fue corriendo a la cocina.
¡mierda!, ¡jodida sartén! – la tortilla estaba carbonizada.
La tiró a la basura, la llamada también le había quitado el hambre. Se echó a dormir un rato, mientras lo hacia pensó en Alberto, ¿por qué la habría llamado?, ¿qué intenciones tenia?, una cosa es quedar para tomar algo, y otra muy distinta es quedar a menudo. Claudia tenia miedo, miedo por que la tarde que había pasado con el fue maravillosa, y no quería que en ella volvieran viejos sentimientos, tampoco quería hacer daño a Roy, pensó no tener mas contacto con Alberto, no era bueno para nadie. Le besaba, se fundían en un beso apasionado, se abrazaban y estaban juntos, Claudia soñaba segundos después con Alberto.
Cuando Roy llegó a casa, encontró a Claudia durmiendo, no quiso despertarla, eran las siete y media. Se sentó en el sofá y fue a poner la tele, cuando quiso coger el mando el móvil de Claudia estaba junto a el, lo cogió como sin querer y vio que tenia una llamada perdida. Roy pensó que seria de alguna amiga o amigo y no le dio importancia, ni siquiera miro de quien era esa llamada perdida, pero viendo que lo que ponían en la tele era muy aburrido, y ya había hecho todo el zapping, le pico el gusanillo de la duda, volvió a coger el teléfono y miró la llamada perdida, “Alberto” pudo leer.
¿Por qué llama este gilipollas a mi novia?, pensó Roy, también pensó en despertar en ese mismo momento a Claudia para que le explicase esa llamada, pero recapacitó y aunque le comía por dentro la duda, lo dejo estar, no diría nada a Claudia, olvidaría el tema, además Claudia no había cogido el teléfono. Sabia por lo que le había contado Claudia que días después de dejarle le había estado dando la lata para que volviera con el, seguramente se habrá puesto melancólico y quería hablar con ella, pensó. Apagó la tele y se fue a duchar, si, una buena ducha me sentara bien, dijo.
Carlos esperaba pegado a la barra, una rubia que tenia al lado no hacia más que darle golpes con el hombro, se retiro hacia el centro de la pista. Hacia más de diez minutos que Luis se había ido a pedir una copa y no había vuelto. Carlos alternaba miradas entre su reloj y los ojos de una morena que no paraba de mirarle, a los pocos minutos la chica morena fue hacia Carlos, se puso enfrente de él.

-Hola, ¿me sujetas la copa un momento? – le dijo la chica.
-Si, claro –dijo Carlos cogiendo la copa.
-La chica abrió el bolso y sacó un paquete de cigarrillos, ofreció a Carlos, pero este no fumaba, se
encendió ella uno y volvió a guardar el tabaco en el bolso.
-Gracias –dijo quitándole la copa de la mano-. Oye me suena tu cara
-¿si?, a mi la tuya también – mintió Carlos.
-Si, ¿tu no serás amigo de Ana?
-Pues hombre no sé, si conozco alguna Ana que otra, pero no se si será la que tu dices – en
realidad, en ese momento, Carlos no se acordaba de ninguna Ana.
-Bueno da igual, yo me llamo Vanesa – dijo ella.
-Yo Carlos – se dieron dos besos.
-En realidad no tenían mucho de que hablar, Carlos iba un poco borracho, Vanesa también, se le
notaba en la forma de mirar, casi distraída, si no fuera por la música de la discoteca se hubiese
hecho uno de esos silencios tan incómodos que se dan cuando conoces a alguien.
-Y que, ¿trabajas mañana? – le pregunto Carlos para hablar de algo.
-Si, pero bueno no hay problema, por que no voy hacer nada
-Bueno ¿y que tendrías que hacer? – Carlos pensó que Vanesa se refería a que no iba hacer nada
esa noche, y lo que ella quiso decir es que no iba hacer nada en el trabajo.
-Pues nada, mi jefe no esta, se ha ido de vacaciones – dijo ella.

Carlos se dio cuenta de que la conversación que mantenía con esa chica no tenía ningún sentido, no se entendían. Era morena, tenia media melena y unos labios no muy grandes pero bien diferenciados, igual de alta que el, y de buen cuerpo. Intercambiaron algunas palabras más, hasta que Carlos vio a Luis en una esquina de la discoteca.

-bueno ahí esta mi amigo, lo siento tengo que marcharme – dijo Carlos.
-Vale que pena –dijo la chica, poniendo cara de disgusto-. Bueno ya nos veremos otro día, ¿no? –
volvió a poner cara de pena-.
-De acuerdo, hasta luego.

Carlos fue en busca de Luis, mientras lo hacia pensaba que no la había dado dos besos para despedirse, era una manía suya, siempre al ver a alguien lo saludaba, pero luego al irse no se despedía. No supo por que pensó eso, supuso que era por el alcohol, que cuando no tienes en que pensar piensas en esas tonterías.
Tomaron algunas copas más. A las seis de la mañana se despidieron, Luis tenía que trabajar al día siguiente.

Roy había perdido parte de confianza en Claudia, estaba algo mosqueado desde que vio la llamada perdida de su exnovio hace una semana. La vigilaba de cerca, por las noches cuando ella dormía se levantaba a ver su móvil, pero no encontraba nada. Incluso un día pidió la tarde libre para ir a buscar a Claudia al trabajo, ella al verlo se quedó impresionada.

-¿qué haces aquí? – preguntó ella.
-Pues venir a buscarte, ¿qué pasa ya no puede uno ser bueno?
-Si, pero, ¿tu trabajo? – Claudia no salía de su asombro, aunque no imaginó los motivos que tenia
Roy para ir a buscarla.
-Hoy me han dado la tarde libre, fíjate, ¡que bien! ¿verdad?, ¡tenemos toda la tarde para
nosotros!
-Vale – Claudia ya mas tranquila le dio un beso y le abrazó.

2 comentarios:

Nadies dijo...

Ey! recién me pude hacer un tiempo entre la universidad y algun trabajo que sale de vez en cuando para leer tu novela, sigue así!

Sergio Becerril dijo...

Hola Epidemor,

Gracias como siempre por visitar mi Blog y leer mi novela, hoy he colgado un nuevo capitulo que escribí.

El tiempo es uno de los placeres de esta vida, ¡y para mi más preciado que el oro!

En fín, espero que saques algo de tiempo para seguir leyendo esta historia.

Un abrazo.

 
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