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La inexistencia del Hado - Novela - Capitulo 6

LA INEXISTENCIA DEL HADO

CAPITULO 6


Roy llegó a casa, eran más de las ocho. Claudia no estaba, la cocina estaba echa una porquería, maldijo un par de veces y se puso a fregar, tardó una hora en dejar todo limpio. Claudia seguía sin venir, pensó en llamarla pero desechó la idea, luego piensa que soy un pesado, murmuró. Se dio una ducha y llamó a Carlos para ver que tal le iba, después se sentó en el sofá y se puso a ver la tele, eligió una película de acción que llevaba una hora y media empezada, casi todas son iguales, cogeré el hilo, pensó. No había pasado ni media hora cuando Roy ya estaba dormido con el mando a distancia encima de su pecho.

Claudia llegó poco después, se encontró a Roy tirado en el sofá, como casi siempre. Se desnudó y fue a la cocina a comer algo. Cuando vio que Roy había recogido la cocina sonrió. Fue al salón donde Roy ya empezaba a roncar y se sentó encima de él, con su dedo índice empezó a acariciar sus labios, mojaba su dedo con su saliva y lo secaba con los labios de Roy, este se levantó sobresaltado, pero encontró la resistencia de Claudia sentada encima de su estomago.

-schisss – no hables, dijo Claudia mientras se quitaba el sujetador.
-Mmm...- gimió Roy-. haz conmigo lo que quieras.

Por fin llegó el viernes, el teléfono de Carlos sonó dos veces, fue a la tercera cuando lo despertó.

-¿diga?
-Carlos, no me digas que estabas durmiendo, ¡tío que son mas de las dos!
-Hola Roy, pues si, estaba durmiendo anoche me acosté tarde, estuve viendo una película
-¿qué vas hacer esta noche?, ¿has quedado con Luis?
-No, todavía no, ¿por qué?
-Por si te apetecía quedar conmigo y con Claudia, ha venido una prima suya de Zaragoza que
dice que esta buscando novio, jejeje...
-Venga Roy, no seas canalla
-Sí, es buena chica y además esta muy buena, y quiere encontrar a alguien, es broma hombre,
pero te podías venir, a lo mejor lo pasamos bien, iremos a cenar y luego a tomar unas copas
venga vale -dijo Carlos con desgana-. ¿A que hora?
-A las diez te pasamos a buscar, hasta luego

Carlos se duchó y desayunó, bueno desayuno por que eran los primeros alimentos que tomaba, aunque por la hora que era, las dos y media pasadas, se podía considerar comida.

Claudia y Roy se retrasaron quince minutos, era raro, sobre todo por Claudia que siempre era muy puntual, echaron la culpa a la prima de esta. Carlos subió al coche y en el asiento de atrás estaba Maria, tenia veintidos años, pelo moreno y corto, a Carlos le pareció guapa.

Carlos pensó que esa noche iba a tener “duende” Carlos entendía por una noche con “duende” cuando había alguna persona, generalmente siempre era una chica, a la que podía impresionar, todo se volvía mágico, cada cosa que hacia tenia un sentido por que el sujeto estaba pendiente de él, en este caso no había nadie mas que él, por que Roy estaba con Claudia, tenia que impresionar a Maria.

-Que pasa Carlos, esa que tienes a tu lado es Maria, la prima de Claudia – dijo Roy dándose la
vuelta desde el asiento delantero.
-Hola, ¿qué tal? – dijo Maria mirando a Carlos a la cara para acto seguido tomar una postura
inverosímil para darle dos besos.
-Bien, encantado, ¿sabéis ya donde vamos? – dijo Carlos.
-Si, vamos a un restaurante Italiano que conoce Claudia, en Atocha y luego nos quedaremos por
allí tomando algo, ¿no?, ¿a ti que te apetece? – dijo refiriéndose a Carlos.
-Vale, a mi me da igual, ¡me encanta la comida italiana! – puso énfasis en esa frase, sabia que
Maria le escucharía, pretendió mostrarse internacional.

En la cena, Carlos se mostró muy comedido, no se excedió con el vino y siempre pretendió agradar a Maria, se le notaba demasiado que le gustaba. Cuando el vino se empezó a notar incluso se atrevió a decirle algún piropo que Maria aceptaba de buen gusto, y es que, el efecto del alcohol es tanto para uno como para otros. Al acabar de cenar ya había suficiente confianza entre ellos dos para tocarse. Mientras bajaban por la calle, Carlos agarraba de vez en cuando la mano de Maria para que le escuchase, ella apretaba también la de Carlos, Roy y Claudia andaban unos metros por detrás y veían como surgía la química entre Carlos y Maria, cuchicheaban y se reían, después se paraban a besarse como dos enamorados, se suspendían en la noche hasta que los gritos de Carlos o Maria los animaban a seguir caminando, el tiempo era agradable, era una noche de primavera que invitaba a pasear, pero el trayecto fue corto, a escasos metros estaba la discoteca donde tomarían la primera copa.

Ya entrada la madrugada Carlos y Maria en un lance de uno de tantos bailes se besaron. Fue un beso apasionado, esperado, duró varios minutos, después siguieron bailando. Carlos fue a pedir otra copa a la barra, pregunto a Maria que quería, pero ella pensó que ya había bebido suficiente.

Apoyado en la barra esperando a que le atendieran, Carlos empezó a mirar a una joven que estaba justo enfrente de él, era una chica rubia, de labios carnosos, Carlos la miró con deseo, y ella le guiñó un ojo, acto seguido la chica rubia fue donde estaba Carlos, se puso delante de él y le dijo su nombre, Marta, después lo besó, se fundieron en un beso borracho. La chica con ese acto se vengaba de su exnovio que estupefacto la miraba a algunos metros de distancia, este la había dejado una semana antes. Maria desde la pista de baile miraba con asombro la escena, después de algunos minutos de beso, la chica desapareció. Carlos se quedó a cuadros, pero con una increíble satisfacción del que se siente deseado, pidió la copa y volvió a la pista a bailar con Maria, pero no la encontró, bebió la copa de un trago y fue en busca de Roy que bailaba en una esquina de la discoteca con Claudia.

-Roy, ¿has visto a Maria? – preguntó Carlos.
-No, estaba en la pista hace un momento
-Ya es que he ido a pedir una copa, y no veas lo que me ha pasado macho –Carlos estaba
eufórico-. Ha venido una rubia de escándalo y después de decirme su nombre ha empezado a
besarme...
-Ya, tu estas un poco pedo, ¿no?, pero si hace un minuto te he visto enrollándote con Maria –dijo
Roy-. Pues si te ha visto con la rubia esa que dices, lo más normal es que se haya pirado, ¿no
crees?
-No sé, voy a buscarla

Maria estaba en el lavabo, minutos después fue a hablar con Roy y Claudia para despedirse, a pesar de la insistencia de Claudia por que se quedara, ella se marchó. Cogió un taxi y se fue para casa, en el camino pensaba disgustada en lo que había pasado. Carlos la había gustado, una pena que sea otro cerdo mas, pensaba mientras se pintaba de nuevo con carmín sus labios.

Al día siguiente Carlos tenia una resaca de caballo, él pensaba que la única manera de quitarse la resaca era durmiendo, pero también como método alternativo, tenia tomarse un gelocatil con zumo de naranja, así que a las doce de la mañana y todavía medio borracho se levantó a tomarse la píldora con el zumo, después como un zombi volvió a la cama a seguir durmiendo.

Claudia estuvo toda la mañana pensando en llamar a Alberto, pero sabia que no debía hacerlo, no podía seguir así, necesitaba la opinión de alguien, de alguna amiga suya, cogió el teléfono y llamó a su mejor amiga.

-Hola Ángela, ¿qué tal?, soy Claudia
-Hola, ¡mujer cuanto tiempo!, ya creí que se te había tragado la tierra
-No, es que he estado muy liada, entre el cambio de piso, el trabajo, Roy, en fin que no he tenido
tiempo de llamarte, ¿qué tal te va?, ¿sigues con ese novio que tenias?
-Sergio, se llama Sergio, y sí, sigo con él, nos va fenomenal – dijo Ángela.
-Tengo que pedirte un consejo Ángela, tú eres mi mejor amiga, y sabes que tu opinión cuenta
mucho para mí y sabes...
-Venga dime lo que sea, ¡no me des coba! – la interrumpió.
-Esta bien, ¿sabes a quien me encontré el otro día mientras esperaba el autobús? -Ángela no
respondió, espero unos segundos para que Claudia continuase-. ¡Alberto!, tía, allí estaba él, más
guapo, y con la misma voz de siempre, casi me muero al verlo
-¡ah!, ¿el mismo Alberto que dejaste tras seis años de relación?, ¿y que hizo?, ¿no te escupió a la
cara?
-¡vaya!, ¡hija mía como eres!, pues no, al contrario, estaba muy simpático, me dio dos besos,
bueno dos no, cuatro, dos al verme y otros dos al despedirse, y olía de bien, la verdad es que no
sé que pasó entre nosotros – Claudia hizo una pausa para encenderse un cigarrillo, después
continuó-. Yo era muy inmadura, no digo que hiciera mal en dejarle, pero él nunca se portó mal
conmigo – Claudia hablaba y hablaba, mientras Ángela escuchaba pacientemente al otro lado
del teléfono.
-¿y que piensas hacer? – dijo Ángela.
-No sé, por eso te llamo tía, cuando le vi, sentí algo, era como si nunca se hubiese marchado,
como si él y yo no lo hubiésemos dejado
-Claudia, ¡tú le dejaste!, no digas tonterías, ¿no estarás pensando hacer ninguna locura?, tu ahora
estas bien con Roy, ¿no?
-Bueno, bien, bien –Claudia titubeo con la respuesta, dio una calada al cigarrillo-. Sí, ahora
estamos muy bien. Pero Ángela si solo quiero quedar con él para tomar un café, hablar de
nosotros, al fin y al cabo ha sido una parte importante de mi vida, ¿no crees?, ¿Qué hay de malo
en volver a ser amigos?
-Bueno, haz lo que quieras. Es cierto que deberías pedirle disculpas, invitarle a un café o algo y
-quedar como amigos, creo que después de lo que le hiciste se merece algo así.
-¡Gracias Ángela, voy a llamarle ahora mismo!, y a ver si nos vemos y nos tomamos algo juntas, -
¿vale?
-Vale, cuídate

Claudia apagó el cigarrillo. Y tras unos segundos llamó a Alberto. Quedaron a las cinco en casa de Claudia. Roy no estaría por que ese sábado trabajaba. Da igual que esté o que no, tampoco vamos hacer nada malo, pensó Claudia. Se ocupó de ponerse guapa pero informal, se vistió con el tejano que mejor le quedaba y con una camiseta blanca ajustada que reafirmaba sus pechos. Se impregnó con un poco de colonia y para darse un toque informal se quedó descalza.

A las cinco menos cinco sonó el timbre. Claudia se miró en el espejo por décima vez y se dirigió a abrir la puerta. Abrió y allí estaba Alberto, vestía con unos pantalones de cuadros, y una camiseta blanca, sin ningún dibujo, de calzado: unas deportivas, y le daba un toque muy sexy unas gafas de sol, que no se quitó claramente por que sabia ese toque de distinción que le daba, fue al darle dos besos a Claudia cuando dejó ver sus ojos, unos ojos grandes, azules, que a Claudia le encantaba mirar, por unos segundos así lo hizo, hasta que salió de su conmoción e invitó a entrar a Alberto.
Se sentaron en el salón, Claudia le ofreció café, pero Alberto rechazó la invitación, a cambio le pidió un refresco de cola. Claudia fue a la cocina, se preparó un café y sirvió un vaso de refresco a Alberto. Cuando entró con las bebidas en el salón, Alberto estaba hablando por teléfono, tardó poco en colgar, se despidió muy cariñosamente.

-perdona, ¿te he interrumpido? – le dijo Claudia excusándose.
-No, no, era una amiga –cogió el vaso y bebió un gran sorbo-. Y bien, ¿qué tal te va?
-Mira Alberto, esta situación es muy incomoda para mi, antes de que sigamos hablando quería
pedirte perdón
-Por favor Claudia olvida el pasado ¿quieres?, tu y yo ahora somos amigos, no tengo que
perdonarte nada, no te guardo rencor, tu tendrías tus motivos, y si no los tenias da igual, las
personas somos libres, tu no estabas a gusto y ya esta
-No, no, pero no tenia que haberte tratado así, tenia que haber sido mas humana, no te merecías
como te traté
-Mira si sigues hablando del pasado me voy, no quiero hablar mas del tema –dijo Alberto
enfurecido, tras unos segundos de silencio, se dirigió a Claudia-. ¿eres feliz?
-Si, claro –fue una respuesta rápida, si hubiera pensado la pregunta no hubiese respondido
afirmativamente-. ¿por qué me preguntas eso?
-Es lo que más deseo, desde que lo dejamos
-Desde que te deje -dijo Claudia interrumpiendole-.
-Bueno eso, desde que me dejaste, no he deseado otra cosa, que fueras feliz
-Vamos Alberto, eso es muy bonito, seguro que me odias
-De verdad que no, solamente pensaba en que encontrarías a tu media naranja, ¿la has
encontrado ya?

Ahora Claudia pensó más la respuesta, tanto que no respondió. Se levantó y fue a la cocina, dejó la taza en el fregadero y empezó a llorar. No sabía por que lo hacia, pero lloró durante algunos segundos, después y acordándose que Alberto esperaba en el salón se limpió las lagrimas como pudo y fue a buscarle.

-¿qué te parece si nos vamos a dar una vuelta? – dijo Claudia.
-Vale, por mi estupendo – respondió Alberto.

Cuando Claudia llegó a casa estaba feliz. Había pasado una tarde magnifica. Cuando caminaban por la Gran vía y ya casi se habían puesto al día en sus vidas, Alberto invitó al cine a Claudia, a la ultima sesión. Antes de entrar comieron unas hamburguesas. Claudia sintió el deseo del primer amor, aunque claro, en este caso no era nuevo, ¿quizá renació ese sentimiento?, ni ella misma lo sabia.

Eran más de las dos de la madrugada cuando se acostó, Roy dormía, pero al intentar taparse, lo despertó.

-¿de donde vienes? – pregunto Roy casi en sueños.
-¿y tú que preguntas?, ¿ya no puede una ni salir?
-solo te he hecho una pregunta – dijo Roy.
-esta bien, perdona amor, vengo de tomar algo con Ángela, hacia mucho tiempo que no nos veíamos

Para cuando Claudia quiso terminar la frase, Roy ya estaba dormido de nuevo, se quitó los pendientes y cerró los ojos, quería soñar, soñar con algo que le daba miedo pensar despierta.

2 comentarios:

Nadies dijo...

Me gusta mucho la novela, este nuevo conflicto me ha interesado.

Un saludo

Sergio Becerril dijo...

Me alegro que te guste Epidemor, de otra manera no seguiria escribiendola, ¡solo la lees tu!
Estoy escribendo el siguiente capitulo, a ver que pasa...

Gracias por visitar mi Blog.

Un abrazo.

 
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