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Soledad o no - Relato 17

C se sentía solo, todos sus amigos se habían echado novia, no tenia a nadie, se le ocurrió iniciar alguna actividad para conocer gente, pensó en hacer un Curso de Cocina, pero enseguida desechó la idea, también pensó en apuntarse a un gimnasio, ¡que pereza!, descartó todas las propuestas que se hizo.
Al día siguiente C pudo leer en el periódico el siguiente anuncio: “ Asociación Argú organiza este fin de semana su tradicional plantación de árboles, ¡anímese! “, esa idea si le gustó a C, se entusiasmó con la idea de plantar un árbol, seria algo especial, se ilusionó tanto que llamó enseguida para apuntarse.
Llego el gran día, había quedado a las doce en la calle Gabriel y Luna, no se arregló mucho, se vistió para causar buena impresión pero sin llegar a llamar la atención.
Cuando llegó, vio a un grupo de gente congregados sobre unas cajas, un hombre iba repartiendo una bolsita pequeña con semillas, cuando C iba a coger su bolsa una mujer se le adelantó, - no se preocupe, coja una, coja...-, una oportunidad para hacer amistad, pensó C, pero no fue así, ya que la señora cogió su bolsita y se marchó sin mirarle. Cuando todos tuvieron su bolsita con las semillas, incluido C, un hombre con un magnetófono indicaba donde irían a plantar las semillas, tenían que andar hasta un prado cercano.
Mientras caminaban C intentaba arrimarse a otra gente para hablar de algo, pero nadie le dirigía la palabra, nadie lo hablaba, pero C no se vino abajo, andaba algo mas rápido y escogía a otra persona, se ponía a su lado, pero nada, al quinto intento fallido de entablar alguna conversación se rindió, y así caminó, solo y sin hablar con nadie hasta el prado.
Cuando llegaron, el único objetivo de toda la actividad era plantar las semillas, y así lo hicieron, después la gente se dispersó por varios caminos, C intentó seguir a uno, a otro, pero nada, pasaron pocos segundos y allí se quedó, solo en medio del prado.
De repente una mujer se acercó a él, ¡C vio que no todo estaba perdido!, era su ultima oportunidad, caminó hacía la mujer.

-ha estado bien la actividad, ¿verdad?, ¡plantar un árbol!, luego, cuando crezca, podremos decir orgullosos: “este árbol lo planté yo”, ¿no? – le dijo a la mujer.

Tras unos segundos de incredulidad, la mujer le miró.

-A mí que me cuenta –dijo indignada-. De que me está usted hablando, yo voy a comprar el pan.

© Sergio Becerril 2007

2 comentarios:

Pescador dijo...

Sergio, pasé por casualidad por tu blog y la verdad que tus escritos son buenisimos, entretenidos, adictivos. Leí varios de ellos y me gustaron mucho.
Un abrazo.

Sergio Becerril dijo...

Pescador:

Gracias por leerme, y gracias por tu tiempo, este tipo de comentarios son los que a uno le dan fuerza para sentarse frente a la pagina en blanco de Word y soltar las cosas que se llevan dentro.
Agradezco de veras tu comentario, eso sí, es una pena que los editores no piensen igual que tú sobre mis escritos.

Un abrazo.

 
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