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La inexistencia del Hado - Novela - Capitulo 3

LA INEXISTENCIA DEL HADO

CAPITULO 3


Carlos tenia veintiseis años, actualmente estaba en paro, hacia dos meses que había dejado de trabajar. Era Pintor, trabajaba desde los dieciseis años, por ello había decidido tomarse un tiempo de descanso. Se había despedido de su último trabajo, pero por medio de un arreglo con el jefe, pudo cobrar la prestación por desempleo. No era mucho dinero lo que ganaba, pero le daba para pagar sus gastos. Este mismo año se había comprado un coche y un ordenador personal. Después de pagar las deudas le quedaba algo de dinero para él. Vivía solo, en un piso que tenían sus padres, por lo que no tenia que pagar ningún alquiler.

No se puede decir que Carlos fuera un mujeriego, pero cada poco tiempo se le solía ver con una chica distinta. Sin embargo había tomado por norma no enamorarse, sobre todo después de que su ultima novia, con la que había pasado tres años de autentica felicidad, lo dejara plantado sin mas motivo que su propio egoísmo. Eso marcó a Carlos, desde ese momento juro venganza al sexo femenino; el estaba deseoso de enamorarse otra vez, pero su cruzada anti-mujeres, o su mala suerte no lo habían dejado disfrutar nuevamente del amor.
Le gustaba el sexo, y por eso de vez en cuando pagaba por tenerlo, le gustaba ir con profesionales del sexo.

Eran poco más de las siete de la tarde. Una leve brisa movía la cortina del salón donde Carlos descansaba. La tele estaba puesta pero no le prestaba mucha atención. De repente se le ocurrió llamar por teléfono a la Fundación Anti-Sida de su barrio. Había leído mucho sobre la enfermedad, sabia mucho, pero cuanto mas sabia mas dudas le surgían, pensó que llamándoles algunas dudas se disiparían. En ese momento también pensó que no tenia que haber puesto una fecha tan lejana para hacerse los análisis, no sabia si haciéndoselos antes podría ya tener algún resultado. Se levantó del sillón y busco en la guía el número de la fundación, no tardo mucho en encontrarlo. Cogió el auricular y marcó el teléfono.

-Fundación anti-Sida, dígame – una voz de mujer atendió la llamada de Carlos.
-Hola, mire llamaba para hacerle una pregunta, ¿en cuanto tiempo se puede diagnosticar si soy
seropositivo?
-Pues depende del individuo, el virus ataca al organismo progresivamente, los anticuerpos
aparecen antes de tres meses, después de ese periodo, es decir, pasados tres meses se podría
saber si hay infección.

La mujer se había quedado tan contenta soltando el “discursito”, Carlos tuvo que ser más explicito con la pregunta.

-Vera, me refiero a que si yo he tenido una situación de riesgo hace cuatro días, si me hago la
prueba mañana, ¿se podrá saber?, ¿hay probabilidad de que ya se puedan detectar los
anticuerpos? – Carlos intentó esforzarse, preguntaba esperando respuestas sabias, o al menos
esperanzadoras.
-Pues mire, la prueba no detecta el virus en si, lo que detecta son los anticuerpos que crea el
organismo contra el propio virus, depende de cada persona, hay personas que en dos días se les
ha detectado, a otras no se le ha detectado nada hasta pasados cinco meses, ya le digo, depende
de la persona.
-Vale gracias – Carlos finalizó la llamada sin dejar que la chica se despidiera.

Volvió al sillón y cambió de canal, tras varios intentos apagó la tele.

Es increíble, pensó, en pleno siglo veintiuno y que sigamos así, el teléfono de la Fundación era un 900, seguramente estaba atendido por voluntarios, si Carlos se pusiera a atender alguna de esas llamadas, después de todo lo que había leído, ayudaría muchísimo mas que la señorita que le acababa de atender, había leido mucha información, era casi todo un experto.

No se sabe mucho acerca del virus del VIH, o Virus de Inmunodeficiencia Humana, en cada persona se manifiesta de una manera y en tiempo distinto, ahora con los adelantos que había, cualquier ser humano en condiciones normales podría tener una esperanza de vida de unos diez años o quizá algo mas. Cuando eres seropositivo tienes el virus en tu cuerpo, pero no significa que tengas sida, se llama sida al estado terminal del portador del VIH; algunas personas tenían sida a los dos meses de haber contraído el virus, sin embargo, a otros individuos, no se les manifiesta ninguna patología de sida, hasta pasados diez años o mas.
Carlos estaba desesperado, pensar que hace una semana era un hombre feliz, en solo una noche se le había acabado toda la felicidad, entonces pensó que no tenia por que ser así, empezó a pensar que quizá no tuviera nada, ¡que estaba sano!, ese pensamiento solo duró algunos segundos, por que de repente le empezó a atormentar la idea de que en su sangre, en su cuerpo, se hallaba el diablo. Empezó a sudar, y el corazón empezó a latirle mas deprisa, entonces lloró, y mientras lo hacia se tumbó en la cama, metió la cabeza debajo de la almohada y así paso toda la tarde.

A las ocho Carlos fue a buscar a Roy, había quedado con él para ayudarle con la mudanza. Hacia diez minutos que le había telefoneado para decirle que iba a buscarle, Carlos cogió el coche y en punto estaba en la puerta de su casa.

-Qué pasa Roy? – dijo Carlos mientras cambiaba la emisora de radio del coche.
-hola tío, ¿qué tal?, a ver si acabamos pronto, por que estoy cansadísimo de trabajar, además
Claudia esta mala y no va a poder ayudarnos
-no pasa nada, vamos para allá

Claudia compartía piso con una amiga suya, no tenía muebles, solamente maletas con ropa y alguna bolsa que otra con cosas de su habitación. Roy le enseño el piso a Carlos, era pequeño, la parte mas grande de la casa era el salón, también tenia dos habitaciones normales, la cocina que también era grande y el baño mas bien pequeño.

-¿te gusta Carlos? – dijo Roy mientras abría la ventana para ventilar una habitación.
-Si, tío, ¡esta muy bien!, ¡el salón es grandísimo!
-si, esta genial, el salón junto con la cocina son lo mejor del piso – dijo Roy desplazándose de un
lado a otro, parecía emocionado.
-Es pequeño, pero para ti y tu novia de sobra, ¡joder tío que envidia!
-va, anda, algún día tú tambien tendrás tu casa, todo llega
-sí, eso espero – Carlos estaba triste, y casi rompe a llorar allí delante de su amigo, pudo contener las lágrimas, pero no la cara de tristeza.
-¿qué te pasa Carlos?
-nada, nada, bueno, nos vamos, ¿no?

Al final terminaron bastante tarde de llevar todas las cosas, no paraban de salir bolsas, tuvieron que dar cuatro viajes hasta que por fin, llevaron todos los bultos.
Cuando Carlos llegó a casa ni siquiera cenó. Se fue directo a la cama, el sueño acumulado hizo que no diera demasiadas vueltas, se durmió enseguida.
Al día siguiente la preocupación había menguado bastante, sí, sabia que podía tener una enfermedad que lo mataría en menos de diez años, pero el hecho de que su cuerpo no presentara ningún síntoma, y que ya había pasado mas de medio mes, hicieron que Carlos no tuviera la angustia de los primeros días, eso o que ya se había acostumbrado a la desesperación de no saber.
Se vistió y salió a pasear. Desde que estaba en el paro tenia pocas obligaciones, la única obligación que hacia a diario era preocuparse. Aquella mañana pensó en ir a lavar el coche. Cuando llegó a la gasolinera, sacó las alfombrillas para pasar el aspirador, al quitar una de ellas, Carlos descubrió una tarjeta con un nombre y un teléfono, la tarjeta era de color rojo con las letras en negro, ¿De quien seria esto?, pensó. Era rara, muy rara. ¿De quien es esta tarjeta? pensó Carlos, despues la guardó en su cartera.
Llegó a casa al mediodía. Empezó a sentir una molestia en la garganta, era un leve dolor, pero suficiente para que en su mente saltaran todas las alarmas, ¡Podrían ser los primeros síntomas!, pensó. Fue al baño y se miró las anginas en el espejo, la derecha estaba roja, inflamada y con pus, pensó que eso era el primer síntoma de su conversión a seropositivo, empezó a temblar, se le nublo la vista y se desmayó. En la caída se golpeó la cabeza con el lavabo. Pasados unos minutos despertó, estaba tumbado en el suelo, con la cabeza llena de sangre. Se incorporó y llevó su mano hacia la cabeza, la miró, estaba ensangrentada. Sin decir nada se metió en la ducha, el agua caía por su cuerpo mezclada con la sangre, pensaba que era una pequeña brecha que cesaría de sangrar en breve, pero no era así, el caso es que era una herida profunda. Salió de la ducha, se cubrió la cabeza con una toalla y llamó a Roy.

-Hola Roy, soy Carlos, veras me he caído y me he dado un golpe en la cabeza, no paro de sangrar
-Bueno, no te preocupes, ahora mismo voy para allá, y nos vamos al medico

Roy no tardó más de quince minutos en llegar, Carlos lo esperaba vestido y con la toalla que envolvía su cabeza llena de sangre.

-Esta bien, venga, vamonos – le dijo Roy mientras le ayudaba a levantarse del sillón.

Subieron al coche de Carlos, este estaba débil, había perdido bastante sangre, su visión no era completa, y el agotamiento era evidente. Roy ayudo a Carlos a entrar en el coche, despues de subirse él, arrancó el motor y fueron al hospital.

-¿Cómo ha sido?, ¿cómo te has dado ese golpe? – preguntó Roy, estaba nervioso, conducía muy rápido.
-¿Eh?, ¿qué? – contesto Carlos.

Roy dejó de hacer preguntas, Carlos no estaba para responderlas. Tardaron diez minutos en llegar al hospital, fueron a Urgencias allí les atendió una chica, en cuanto vieron a Carlos sangrando abundantemente por la cabeza lo sentaron en una silla de ruedas y lo llevaron a urgencias.
Roy esperaba en la sala de espera cuando una enfermera se dirigió a él.

-¿es usted familiar de Carlos Sánchez?
-No, soy su amigo, dígame, ¿esta bien?
-Si, le han aplicado algunos puntos de sutura pero deberá quedarse en observación durante algunos días
-¿puedo verlo?
-No, ahora duerme, pero en un par de horas podrá usted hablar con él
-Bien, gracias

Roy salió a la calle para llamar a su novia Claudia, erán más de las tres de la tarde.

-Hola Claudia, ¿qué tal amor?
-Hola, bien, ¿dónde estas?, he llegado a casa y no estabas
-Carlos se ha caído en la ducha y se ha abierto la cabeza, le han dado unos puntos y ya esta bien,
pero tiene que quedarse en observación
-¡No me digas!, ¿Cómo ha sido? – Claudia estaba nerviosa.
-Pues no lo sé, ya hablare con él, no ha podido explicarme nada, de camino estaba que no podía ni
hablar, bueno tú no te preocupes, luego cuando se despierte y hable con él voy para casa.
-¿Quieres que vaya yo para allá? – pregunto Claudia.
-No, no, no te preocupes amor, luego nos vemos, un beso.

Roy entró de nuevo al hosptial, se dirigió a las maquinas expendedoras, después de elegir un sandwich de jamón y queso se sacó un refresco, caminó hasta unas sillas cercanas y comenzó a comer.

2 comentarios:

Nadies dijo...

gracias por el tercer cpaítulo. La novela está interesante.

Un Saludo y espero ver el 4to

Sergio Becerril dijo...

Gracias por visitar mi blog Epidemor.
Estoy con el capitulo 4, en breve lo subo.

Un abrazo.

 
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