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Alcobendas, tiempo y sueños - Relato 7


ALCOBENDAS, TIEMPO Y SUEÑOS

Desperté sentado en una silla en plena calle, no recordaba nada, la gente que pasaba por mi lado me miraba extrañada y hacían comentarios y me señalaban. A los pocos segundos me di cuenta de que mis manos sostenían algo, miré hacía abajo, estaba sujetando un cáliz, dentro del cáliz se podía leer una inscripción. El cielo se empezó a oscurecer y sonaron algunos truenos, el olor a tierra mojada anticipó la tormenta y los transeúntes que paseaban aceleraron el paso.

Sí, reconozco que es un buen principio, sugerente al menos. Así de inmediato hay un enigma: ¿Por qué se despierta en medio de la calle sentado en una silla y sujetando un cáliz con una inscripción dentro del mismo? Podría haber desarrollado más esta historia, hubiera tenido muchas posibilidades de ser el próximo Premio Planeta. Pero eso es apuntar muy alto, aunque quizá me lo piense si gano el de relatos El Fusible y relleno mi autoestimetro de escritor con sueños. Siempre me digo lo mismo, el próximo año lo intentaré de nuevo. Esta es mi octava participación. Relatos de diferentes extensiones, con variopintos temas a cada cual más rebuscado, reconozco que el primero que presente allá por el año dos mil uno no era gran cosa, vale seré sincero, no valía para nada, argumento simple, narración inexpresiva, y un léxico vulgar e incluso malsonante, sí, ambas cosas pueden darse en un texto. Esta edición quizá tampoco gane, si soy sincero tampoco lo pretendo, solo quiero ser finalista y que mi familia se crea que soy escritor por unas horas, luego se dedicaran a sus quehaceres y estreses diarios.
El relato de alguien que se despierta sentado en una silla en plena calle con un cáliz es bueno, incluso para una novela, no he dicho buena novela. A saber: metemos una mujer, un malo sin escrúpulos, e ideamos una trama sin explicación que luego resolvemos con un chasquido de dedos, da igual que el lector se ofenda, ya le hemos sacado los euros y tampoco va a venir a mi casa a decirme que como se me ocurre finalizar la historia así. En todo caso que vayan a ver al editor, a él se le ocurrió la gloriosa idea de publicar mi novela de acertijos imposibles que luego se resuelven rompiendo un criptex.

La verdadera historia que vengo a contar no difiere mucho de la de nuestro casi héroe. La única diferencia entre el personaje de mi casi relato y yo, es que yo si me he dado cuenta de todo, y me he levantado sentado en una silla en medio de la calle. Quiero decir que estoy confundido, todo ha cambiado y lo peor de todo es que me estoy dando cuenta ¿y vosotros?

Comenzaron con mi colegio. Es imposible, pensé, de verdad que si, no podía creerme que fueran a destruir mi colegio. Un colegio nunca se destruye, o al menos eso piensas de niño. ¿Me estás tomando el pelo?, le dije a mi madre cuando me dio la noticia. El caso es que iban a derribarlo para construir una estación de metro. La verdad es que estaba fatal, dijo mi madre. Era evidente que sus sentimientos no eran igual que los míos. Aunque que sentimientos va a tener ella. Mi madre solo iba al colegio en el recreo de la hora del comedor, a las tres menos diez o menos cinco, diez minutos o cinco antes de que entrara a las clases de la tarde. Entre diario era todo el tiempo que veía a mi madre. A ella la perdí sin tenerla.

El tiempo no para y la hormigonera se lleva mi santuario de la infancia, donde se empezaron a forjar mis sueños, seré sincero (no está bien engañar al lector, no dos veces en el mismo relato) ahí no quería ser escritor, aunque inventaba historias casi a diario.

Lo siguiente fue mi adolescencia, si, el ciclo de la vida, infancia y adolescencia, es normal pensareis. Lo que no es normal es que también destruyan el santuario donde compraste tus primeros combinados, tus primeros Whiskyes con Coca-Cola. Pues claro que Segoviano, uno empieza siempre con el Segoviano, es como todo, luego empiezas a creerte más globalizado y bebes de importación, por eso y por que no hay color, el de importación está más rico. Donde yo me divertía en mi adolescencia y parte de mi juventud ahora hay un supermercado. Cuando lo destruyan dentro de unos años tendré que escribir otro relato diciendo que también han destruido mi madurez. Esos años de compra, de cotilleos con mis compañeros de carnicera, de miradas cajeras, y la frase que más me gustaba decir: ¿me das otra bolsa?

Lo reconozco, ahora intento ser culto, me interesa el arte, la escritura, el cine. Cuando era joven me gustaba salir a los bares de copas, emborracharme y dormir. No he sido un joven alternativo de quedar con amigos para jugar al rol, arreglar ordenadores o irme de acampada. Yo quedaba con mis amigos para salir por Alcobendas a emborracharme, a conocer chicas y a disfrutar de la noche.

Ahora tengo canas, tengo una resaca por año, y hay años que ni eso. Las cosas cambian, lo que me hubiera gustado es no darme cuenta, olvidar que con cada cosa que cambiamos, algo de nuestro pasado se destruye, que con cada cosa que creamos reemplazamos la anterior, a mi me duele.

Kaos, el templo de la diversión, y dejemos el alcohol, no es solo eso, tampoco la diversión, en ese sótano, sí, era un sótano he pasado los mejores momentos de mi vida, los peores no, pero también hubo malos momentos, en esto está la magia del apego, en que recuerdes lo bueno y lo malo, así quizá también engrandecemos lo bueno. No me enteré con tiempo de que se iba a destruir, de haberlo sabido hubiera recogido firmas o buscado socios para que eso no sucediera, hubiera reclutado mercaderes de sueños para que el pasado no nos abandone de esta manera. Mi ciudad es alzemica, y yo tendré amnesia.

El tiempo pasa para todos, nuestro personaje del inicio del relato tuvo la suerte de no enterarse, de no recordar que había pasado, el se despertó sentado con un cáliz entre las manos, la inscripción es lo de menos no busquéis los tres pies al gato. Para mí el tiempo también ha pasado, quizá demasiado deprisa, supongamos que tuvo que ser así, pero me hubiera gustado resolver el acertijo que propone la memoria, y de ese maldito cáliz.
© Sergio Becerril 2007

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola sergio esto relato esta muy bien pero hay algunas cosas k n me cuadran en el com por ejemplo lo de tu madre ella trabajaba para ti y vivia para ti estoy segura aunke a ti n te lo pareciera y siempre la tuviste y la tendras sigue escriviendo asi un saludo

 
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